Nacer con síndrome de Down no significa que la persona toda su vida deba depender de alguien para hacer sus cosas, eso es lo que considera Zulay Marín, madre de una niña de siete años con trisomía de cromosomas en el par 21.
Cuando tenía tres meses de embarazo, a Marín los médicos le informaron que su bebé nacería con síndrome de Down. Esta situación no la acongojó y por el contrario empezó a buscar terapias y actividades que le ayudaran a estimular a su hija desde el vientre.
'Mariana nació con una cardiopatía. Tuvo que ser intervenida para practicarle una operación a corazón abierto. Fue una cirugía complicada'.
El problema cardiaco que esperaban los médicos terminó siendo más complicado, pero las ganas de la pequeña Mariana por vivir fueron más fuertes que cualquier complicación del procedimiento, por lo que la niña salió victoriosa de la operación.
'A los pocos días de estar en la unidad de cuidados intensivos me dijeron que la situación que había atravesado mi bebé era complicada, pero que ahí estaba dando la pelea, radiante, hermosa y con fuerza', recuerda la madre de la menor.
A los dos años, por recomendación de los especialistas, Mariana fue escolarizada con el fin de iniciar su proceso social. La niña fue matriculada en un colegio donde se le hizo inclusión.
'Gracias a las terapias que inició desde los tres meses de nacida, Mariana tiene una gran memoria y es una niña que aprende muy rápido. De hecho, habla en inglés. A veces le pregunto cosas y me responde en inglés, cada día me sorprende más'.