Tiene el uniforme del Bayer Munich, un balón plateado y está acompañado de su hermana, papá y mamá. Ese es su mundo, básicamente. Jean Paul, aunque quisiera portar en esos momentos las rayas de la Juventus de Cristiano Ronaldo, su ídolo futbolístico, disfruta del parque jugando fútbol, algo que hace unos años debía hacer desde la raya como 'técnico' de sus amigos.
Tiene 10 años. Aún no tiene muy claro qué estudiará al salir del colegio, pero sabe que disfruta las clases de sociales y no tanto las de matemáticas. Hace cinco una fiebre y un malestar general hicieron que su mamá, Mirna Palmera, y su papá, Jean Carlos Herazo, lo llevaran a urgencias. Al parecer se trataba de una simple virosis, así que regresaron a casa.
Al día siguiente el asunto fue diferente. Él, de ojos miel y marcas en sus piernas producto del deporte que disfruta, se despertó sin poder moverse. Sus articulaciones estaban inflamadas y los síntomas habían aumentado. Esta vez sus papás decidieron llevarlo a otro centro hospitalario.
Fueron 19 días en la unidad de cuidados intensivos. 'No entendíamos qué pasaba', recuerda Mirna. Eran problemas en su corazón, también en el pulmón y por último en la cadera, múltiples cosas iban saliendo a medida que se realizaban los exámenes. Ahí fue cuando Jean Paul fue diagnosticado por una reumatóloga pediatra con artritis idiopática juvenil sistémica.
Similar es la historia de Daniela Cardona. Ella tiene ahora 23 años, estudia Comunicación Social y es maquilladora. A los 19 un diagnóstico de una enfermedad reumática llamada lupus le cambió la vida.
'Cuando me diagnosticaron estudiaba contaduría. Mis primeros síntomas fueron mareos, diarrea, vómito y mucho cansancio. Me quedaba dormida en clase y en mi casa cada vez que tenía la oportunidad. Después comencé con unas manchas en el cuerpo rojas y dolor articular muy fuerte, pensaba que eso era normal', recuerda Daniela, ahora con la enfermedad controlada y siguiendo todas las recomendaciones dadas por los especialistas.
Le dolían las rodillas y las manos, pero no era algo de otro mundo, dice. 'Hasta que un día amanecí sin poder moverme de la hinchazón y el dolor en las manos, las rodillas y el estómago. Ese día no entendía qué pasaba, creía que podía ser algún virus'.
Era la primera vez que estaba hospitalizada. 'Todo me parecía novedad', dice. Sin embargo los dolores, afirma, se volvieron insoportables. 'Me tumbaban a llorar y no me provocaba nada. Ni el medicamento intravenoso valía...'. Su familia, integrada por su mamá, María Luz Mary González, su papá, William Javier Cardona y su hermana, Katerine Cardona, siempre estuvo en el proceso. Era un tema de todos.
Con la visita de un reumatólogo supo todo. Según los síntomas y los exámenes tenía lupus eritematoso sistémico y el riñón había sufrido bastante. 'Me hablaba un montón de cosas y yo solo lloraba... me dijo que debía someterme a un tratamiento que usan para la quimioterapia y ponerme esteroides durante tres días', rememora Daniela mientras acomoda las cosas para acostarse a ver series de Netflix con su novio, Gino Sánchez.