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Aexsandra Estarita Villa se siente libre cuando baila. No le importa el lugar, puede ser a solas en su cuarto o sobre un escenario frente a cientos de espectadores. Es al ritmo de la música donde se reencuentra con su ser al sentir una 'conexión muy profunda' en cada movimiento. Así ha disfrutado su vida desde que era una niña de tres años y sus padres la inscribieron en la Academia de Danzas de Gloria Peña y luego en su adolescencia en el Ballet de Mónica Herrera.

Alexsandra lleva el folclor en las venas. Disfruta de cualquier ritmo, pero, sobre todo, se emociona cuando suena la puya y el mapalé. Son sus favoritos y considera que 'deben trabajarse con técnica' al ser ritmos fuertes, que requieren de mucha energía. También son alegres, como ella. Su espontaneidad y desparpajo al hablar de la danza hace que sus ojos brillen de emoción cuando le preguntan por sus pasiones.

En su piel lleva marcado ese amor a la danza. En la parte de abajo de su pierna izquierda tiene tatuada la palabra 'baila', pues eso es lo que la 'mueve' y le permite 'expresar sus emociones'.

'Yo te puedo bailar cuando estoy triste, feliz o tengo rabia. Qué lindo sería que la gente pudiera expresar sus emociones con algo artístico en vez de hacerlo con violencia o con dolor. El baile ha marcado mi vida y por eso decidí marcarlo en mi piel'.

Aún así no estudió danza. Alexsandra se decidió por la Medicina, pues 'desde que era una niña' supo que quería ser médica. Cuando no estaba bailando, se dedicaba a 'atender' a sus familiares, mientras paseaba por la casa con un carrito y un fonendoscopio. Nacida en una familia conformada mayormente por médicos, la joven barranquillera cuenta que era cuestión de tiempo que ella también escogiera ese camino.

Para cumplir con todo tiene una rutina que sigue con disciplina. Sus días empiezan a las 4 de la mañana para hacer ejercicio de 5 a 6 y estar libre a las 7, hora en la que empieza a trabajar en la clínica La Misericordia, lugar en el que atiende a pacientes en el servicio de ortopedia por consulta externa, urgencias u hospitalización. Tras casi 12 horas de trabajo, regresa a su casa aproximadamente a las 7 de la noche y es ahí cuando empieza a preparar sus rutinas de baile, grabar y tomarse fotos para sus contenidos artísticos y académicos en redes sociales.

'Siempre anoto todo lo que voy hacer y tacho lo que pude lograr. Cuando llego a mi casa sé más o menos lo que voy a hacer. Lo preparo, como algo rico o me tomo un café y listo. Le damos hasta que ya sea el momento de descansar. No me acuesto tan tarde porque sino no duermo las horas suficientes y no voy a rendir al día siguiente'.