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La imagen del campesino cruzado de piernas sobre un burro mientras se fuma un tabaco quedará para la historia para las generaciones de más de cincuenta años que crecieron viendo esta escena en el área rural del Caribe colombiano.

'Cambiaron el burro por la moto y la cicla porque es más práctico', sentencia Elion Peñalver Uriana, líder de la ranchería Santa Rica, zona rural de Riohacha, donde ya no se consigue un solo asno.

Recuerda que hasta hace un par de años en cualquier ranchería wayuu por donde pasaba una mujer sobre un burro adornado con borlas y tejidos se sabía que había velorio.

'Las matronas llevaban un palo en sus manos para mostrarles el camino a los animales, pero eso se perdió', recuerda Elion Peñalver Uriana, líder de la ranchería Santa Rica, zona rural de Riohacha, donde ya no se consigue un solo asno.

'Esa tradición se acabó. Ahora entonces las mujeres van a dar el pésame sobre moto o carro', asegura con total seguridad.

En esta zona de La Guajira poblada por 45 familias, también era tradicional usar a estos animales para arrear agua o desplazarse a otra ranchería cercana. Pero desde hace cuatro ya no queda ni un solo animal después que hallaron a dos de ellos masacrados. Los delincuentes lanzaron las cabezas de los animales a diez metros de la vía principal.

Se extingue tradición. Sixto Uriana, primo de Elion, también ingresó al 'club' de quienes cambiaron el burro por la cicla porque le ahorra tiempo. 'A mí me toca levantarme a las cuatro de la mañana a buscar agua en calambucos, llevársela a mi mamá y luego ir a trabajar', explica Sixto, que recorre cinco kilómetros hasta Santa Rita donde se gana la vida como albañil.

Dice que todos los días se levanta a las 4 de la mañana, recorre 4 kilómetros para buscar agua, se devuelve a la ranchería para dejarle los calambucos a la mamá. De allí recorre cinco kilómetros hasta la ranchería Santa Rita, donde se gana la vida como albañil.

Ahorran tiempo. La tendencia de usar moto y cicla en el área rural de la Costa es creciente. 

Los corresponsales de EL HERALDO recorrieron las áreas rurales y encontraron que los campesinos las prefieren porque son más rápidas y pueden llevar más kilos de carga, como asegura Orlando Peñaloza, agricultor cordobés.

'Me ahorro muchos viajes de ida y vuelta, pues a este aparato (moto) le puedo meter hasta 400 a 500 kilos. Si tuviera un burro no llegara hasta allá, tendría que hacer varios viajes de a 100 kilos, 50 de lado y lado para no maltratarlo', asegura.

Yuranis Barrios Campos, una cordobesa que creció sobre el lomo de un burro, aplaude esta nueva tendencia en el área rural.'Hoy en día a los animales tratan de no maltratarlos mucho, entonces la gente tiene el burro solamente para ir a cortar la leña o un cogollo de plátano'.

Según Rosmy Rojas Luna, presidente de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos de Colombia seccional Córdoba, al menos el 15 por ciento de los campesinos siguen usando a los asnos en sus labores diarias.

El cambio de medio de transporte coincide con el descenso del 17 por ciento de la población equina (en la que se incluyen burros) en el área rural de la Costa: de 468.034 animales en el 2014 se pasó a 388.553 en el 2019. Con excepción de Atlántico y Sucre que registraron aumentos del 8% y del 17%, respectivamente (Ver infografía).

Las causas de este descenso están relacionadas con las muertes de asnos entre 2015 y 2016 en varias ciudades de la Costa.

En 2017, en menos de 15 días, 25 burros fueron sacrificados en el Cesar por delincuentes que les arrancaron la piel. El caso fue investigado por la Fiscalía y las autoridades prendieron las alarmas, pues la hipótesis más fuerte que manejaron era que los despellejaban para usar el cuero como envoltura para el tráfico de estupefacientes.

Un investigador explicó que el olor que expide el cuero camufla el de las drogas por lo que buscan evadir los controles y despistar a los perros antinarcóticos en carreteras y terminales de transporte.

En la matanza paulatina de burros cayó ‘Mojinito’, de propiedad de Julio Rafael Bermúdez, un campesino que vive en Patillal (Cesar).

Bermúdez asegura que ahora quienes tienen uno de estos ejemplares 'lo cuidan como una reliquia y lo mantienen en los patios para que se lo roben'.

Sara Guerra, también de Patillal, recuerda que hace diez años veían a estos animales en un área llamada El Cardonal. 'Siempre estaba llena de burros cimarrones, pero ahora no se encuentra ni uno', añade.

El investigador Luis Edilberto Oñate, oriundo de Algarrobo (Magdalena) narró que en su infancia, durante las noches de luna llena se divertían jugando con los burros.

'Les amarraban latas en la cola y luego los echaban a correr, entonces el animal emprendía veloz carrera, pateando saltando y haciendo sonar las latas por las calles', recordó.

En Sampués y Sincelejo los animalistas denuncian el uso de forma 'extralimitada' de los burros para cargar madera y agua.

Mufitt Salaimán Fayad, presidente de la Sociedad Defensora de Animales de Sucre, asegura que el reemplazo del burro en las tareas del campo está relacionada con la conciencia y cultura, sobre todo entre los jóvenes.

Considera que el asno puede ser utilizado para lo que tradicionalmente ha servido, como lo es la carga, pero hay que ser considerados con ellos.

 'Si bien es cierto que no podemos ser reemplazados por un vehículo de tracción mecánica, por lo menos controlemos el peso y evitemos la explotación y el maltrato animal', sostiene.

¿Tráfico de piel?. El gerente del Fondo Ganadero del Cesar, Hernán Araujo, se refiere a versiones no oficiales que dan cuenta que la piel del animal estaría siendo traficada de contrabando por la frontera con Venezuela para venderla en la China, donde al parecer existe una gran d manda para la elaboración de diferentes productos.

'Muchos estaban sacrificando a estos animales, los despellejaban y sacaban el cuero de contrabando por Venezuela; además hay inescrupulosos que usan la carne para hacerla pasar como de res o para hacer salchichón', precisó.

 Dijo que desde el Cesar legalmente no hay exportación de piel de burro. 'Lo que tenemos entendido es que hay una actividad ilegal, de contrabando, que afecta especialmente a los departamentos fronterizos'.

 Dependiendo de la raza, un burro puede costar hasta un millón de pesos; pero en el mundo de la delincuencia, el tráfico y sacrificio de estos animales se convierte en un negocio redondo.

Para la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos de Colombia capítulo Córdoba, si bien algunos animales siguen siendo usados para el trabajo de carga, otros se han convertido en sementales que pueden costar hasta 500.000 pesos o los utilizados para trabajos pesados que se consiguen hasta en 150.000 pesos.

Exportaciones a China. En el 2015, previo aval del Instituto Colombiano Agropecuario, ICA, Colombia exportó a travé de los puertos de Cartagena y Buenaventura cerca de 180 toneladas de piel de burro a China y Hong Kong.

 En esas dos naciones fabrican Ejiao, un medicamento tradicional que sirve para curar la anemia, mejorar la producción de sangre, evitar el envejecimiento, sanar refriados y el insomnio.

La sustancia, que se vende en 325 euros el kilo, se obtiene fritando la piel de burro.