Este mismo segmento de la economía comenzó a tomar fuerza en el país desde hace algún tiempo, pero se potencializó con la apuesta del Gobierno de brindar ayuda a los nuevos emprendedores con el fin de incentivar la industria creativa en las regiones y que tanto realizadores como jóvenes talento dieran vida a sus proyectos.
Desde la academia también se hace lo propio. Gracias a eso la Universidad Simón Bolívar cuenta con la única aceleradora del Caribe en economía naranja, con la creación de un taller que lleva por nombre Macondolab, un laboratorio donde se brinda asesoría a los pequeños empresarios para que se organicen, potencialicen sus ideas y las trabajen hasta convertirlas en realidad.
Omar Abril, sanandresano de 35 años, es uno de esos emprendedores colombianos que ha logrado beneficiarse de Macondolab. Su idea inicial, a la que nadie le apostaba, era construir un submarino para llevar a cabo sus investigaciones de biología marina.
'Tenía la idea, pero realmente nadie le apostaba mucho porque era un proyecto de desarrollo tecnológico de gran nivel que no existía en el país y se creyó al principio que era muy difícil de materializar', recuerda Omar. Al mismo tiempo señala que cuando le contó el proyecto a Macondolab decidieron apostarle porque se dieron cuenta que había una necesidad latente en el contexto y se debía dar solución a esos problemas a través del uso de tecnologías nuevas y de alto impacto.
Después de la materialización de su idea continuó vinculado a Macondolab, donde obtuvo asesoría para construir su propia empresa, la misma con la que hoy realiza sus investigaciones, y que le aporta al desarrollo sostenible de San Andrés, y a través de la cual espera obtener la patente de su creación.
Apoyando las ideas. Paola Amar, vicerrectora de Investigación e Innovación de la Universidad Simón Bolívar, señala que MacondoLab nació con la idea de potenciar las startups en el país, un segmento empresarial que estaba creciendo en América Latina, pero que en el territorio nacional no se le estaba prestando atención.
'Lo que hicimos fue crear un laboratorio que no es estático, sino que es un lugar donde podemos ir y vivir la experiencia con las empresas a diario, de tal forma que podamos cocrear de una forma más práctica', señala Amar.
A MacondoLab, que se encuentra ubicado en las instalaciones de la sede de posgrados de la Universidad Simón Bolívar, puede asistir cualquier empresa o emprendedor que quiera materializar su idea de negocio, periódicamente se abren convocatorias y lo ideal es que las mismas empresas se inscriban dependiendo de la actividad comercial a la que se dedican. Pero además, en este lugar se realiza un evento cada mes donde se presentan para hablar de temas referentes al mundo empresarial y de las tecnologías.
Mario De la Puente, docente de la Universidad del Norte y doctor en análisis económico internacional de la Universidad Rey Juan Carlos de España, advierte que lo que se busca con el impulso de este sector es que la economía del país deje de depender del carbón y el petróleo, por lo cual es necesario complejizar un poco más la economía a través de la incentivación del sector humano en servicios y sectores no tradicionales.
De la Puente señala que la estrategia de dar impulso a la economía creativa es perfecta para generar desarrollo y crecimiento. Sin embargo, considera que hay un reto referente a la preparación del capital humano, porque no existe una sinergia entre la educación universitaria, que tiende a ser muy teórica y es lo que necesitan los emprendedores en la práctica.
Pero además existen retos para la consecución de recursos para la financiación de dichos proyectos, dado que el acceso a créditos para los pequeños empresarios en el país no es fácil debido al alto riesgo que se corre al pretender dar vida a una idea de negocio. Lo mismo pasa en la organización del sector en materia de estabilidad laboral, un sistema un poco complejo dado que la mayoría de contrataciones se hace por prestación de servicios.
'En este sentido le toca al país elaborar políticas claras de contratación y contribución al sistema pensional, para que se haga como se debe, de manera formal', señala el economista, a la vez considera que lo ideal sería darle identidad a este tipo de productos, más allá de la producción de café y de artesanías que se exportan fuera del país, porque a medida de que se exportan con un sello país, se generaría un crecimiento económico y posicionamiento a nivel internacional, lo que permitiría un crecimiento del sector con identidad propia.
Bonos naranja
Como parte de la estrategia para impulsar la economía naranja, el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo –a través de Bancóldex– trabaja en la estructuración de los primeros bonos naranja para dar recursos a entidades y organizaciones que forman parte de esta. La emisión de bonos naranja –que se dará entre octubre y noviembre del año en curso– está entre $300.000 y $400.000 millones.
Con esta herramienta se busca acercar al sector privado a la economía naranja. La emisión que viene, también irá dirigida a inversionistas institucionales, sector público y personas naturales.
Además de esta emisión que se hará a través de la Bolsa de Valores de Colombia, el Gobierno busca atraer fondos de capital de riesgo, fortalecer las líneas de crédito y respaldar los emprendimientos sociales liderados por mujeres.