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Mientras el presidente Petro compra peleas todos los días contra la clase dirigente –política y empresarial– a la que señala de los grandes males que aquejan la nación, el país se sigue descuadernando. Buena parte de Colombia está hoy en manos de bandas narcotraficantes, organizaciones criminales y grupos guerrilleros, envalentonados con la oferta incierta y generosa por parte del gobierno de una 'paz total' y la actitud timorata de las autoridades, que no saben qué es lo que deben hacer ni cómo deben actuar. Ni el presidente de la República, ni el ministro de Defensa, ni el comisionado de Paz parecen entender la gravedad de la situación, ni mucho menos tener a la mano soluciones para la tragedia que viven a diario millones de colombianos, la inmensa mayoría de ellos sencillos, humildes y honrados.