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Negro fue el traje que escogió para lucir el día de su despedida, pero le combinaba con su estado de ánimo. Desde la mañana, cuando tuvo su primera aparición en público, Juan Manuel Santos se veía parco, pensativo y en ocasiones con la mirada perdida a lo lejos. Se podría decir que lo embargaba la melancolía, el ‘guayabo’ de las despedidas.

Si algo lo caracterizó durante sus ocho años como presidente de Colombia fue su poca facilidad para expresarse o, más bien, la poca facilidad de ser leído sentimentalmente por la gente y así se mantuvo hasta el último día de su Gobierno. Solo en pequeñas fracciones de tiempo se le escaparon algunos gestos que permitían interpretar que en el fondo había un dolor por dejar el poder que tuvo durante ocho años.

Uno de esos momentos fue en la mañana, cuando asistió al foro ‘Fortalecimiento de los órganos de control en Colombia’. Allí, en medio de un auditorio repleto de funcionarios, invitados y periodistas, luego de haberle respondido a Nicolás Maduro sobre las acusaciones de haber hecho parte de un complot para atentar contra su vida, miró al público como quien sabe que ve a alguien por última vez, como quien se despide de un ser querido. El auditorio aplaudía y él solo miraba de esta manera y al final hizo un movimiento con la cabeza, similar a una pequeña venia.

Durante el día el presidente estuvo siempre acompañado de sus funcionarios más cercanos y de su hijo Estaban, quien durante el día se convirtió prácticamente en su sombra, quizá porque conocía lo importante que era este momento para su padre. Su esposa, María Clemencia Rodríguez, en horas de la tarde abandonó la Casa de Nariño para ultimar detalles familiares para la ceremonia de entrega de poder a Iván Duque, su sucesor.

En la Casa de Nariño, pese a que se sentía solitaria por la falta de cuadros y demás pertenencias de quienes fueron sus anfitriones durante los últimos años. Quienes trabajaron como personal de seguridad, de aseo y en las diferentes oficinas, en todo momento pidieron poder tener una fotografía con el presidente saliente. Lo mismo ocurrió en los distintos eventos a los que asistió Santos durante el día, donde le agradecieron su gestión y ovacionaron en medio de aplausos.

El último día del presidente estuvo lleno de mensajes de agradecimiento de diferentes personalidades, incluso, se conoció que recibió decenas de llamadas de varios de sus homólogos y de altas personalidades a nivel internacional, quienes lo felicitaron por la constante lucha que dio para poder conseguir firmar el acuerdo de paz con las FARC.

Así mismo, se conoció que tuvo llamadas de prestigiosas universidades para comunicarles que desde ya lo están esperando para tenerlo como conferencista en calidad de Premio Nobel de Paz por lo acordado en La Habana. El presidente había manifestado en múltiples ocasiones que esta sería una de las tareas a las que se dedicaría una vez dejara el poder.

De hecho, su trabajo por la paz de Colombia fue lo que marcó el día, incluso, lo destacó él mismo en su último discurso. 'Termino estos ocho años con serenidad, porque hice lo que me dictó mi conciencia, lo que consideré que era correcto, y hoy la paz queda en las mejores manos posibles: en manos de ustedes, queridos colombianos. Siempre dije que la paz no era mía sino de ustedes. Y hoy la dejo a su cuidado, como quien deja a un niño pequeño en manos de amorosos guardianes', dijo.

Su rol de abuelo fue otro de los temas sobre lo que fue reiterativo el presidente en su último día como mandatario. A lo largo del día aseguró que Celeste, su nieta, ocupará gran parte de su tiempo. '(…) en una carta pública, un par de abuelos, honrosa categoría a la que ingresé recientemente: Preferimos llorar en los cumpleaños de nuestros nietos y no en sus entierros', dijo en su última alocución presidencial.

Trascendió que uno de los momentos significativos para el presidente fue haber recibido el cuadro que quedará ubicado en la galería de exmandatarios de la Casa de Nariño, al lado del expresidente Álvaro Uribe. El cuadro, que se develará mañana a la opinión pública, marcaría la diferencia de los demás por tener un tono más fresco y exaltar la importancia que le dio durante su mandato al medio ambiente.

Pese a que sus apariciones fuera de la Casa de Nariño terminaron poco después de mediodía, cuando asistió al evento donde firmó un nuevo crédito para realizar el metro de Bogotá, Santos mantuvo una agenda bastante ocupada durante toda la tarde y noche. Se dedicó a firmar papeles, a organizar pendientes y al final tuvo una cena privada con un selectivo grupo de personas, donde habrían estado representantes de países vecinos que habrían llegado para asistir a la ceremonia de posesión del presidente electo Iván Duque.

No obstante, en su despedida pública a los ciudadanos, a través de los canales de televisión, el presidente le deseó éxito al mandatario entrante, no sin antes ratificarle que no piensa estorbar en su mandato, pero que luchará por la paz y por las víctimas desde otros escenarios.

'A mi sucesor, el presidente Iván Duque, le deseo lo mejor: todos los éxitos posibles, por el bien de nuestra patria. Yo seguiré la regla dorada, que ha marcado el camino de las grandes filosofías y religiones, tratar a los demás como uno quisiera ser tratado. Por eso, cumpliré, si me permiten, mi promesa de no molestar, de no intervenir, de no ser un aguijón en la nuca de mi sucesor. Cada presidente manda en su tiempo. Y el mío termina mañana', dijo Santos.