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El exfiscal general de la Nación, Eduardo Montealegre Lynett, decidió emprenderla contra Tirios y Troyanos por cuenta de 'sentirse traicionado' por el gobierno de Juan Manuel Santos, de quien fue su aliado incondicional y estratégico hasta hace algunos meses. En entrevista que concedió al canal NTN 24 de RCN Televisión, Montealegre no dejó títere con cabeza y volvió a exponer la característica más relevante de su compleja personalidad, en la que sobresale –claro– su enorme ego.

En la extensa perorata, Montealegre aprovechó para confesar lo que la mayoría de los colombianos ya sabíamos: que durante su ejercicio como Fiscal General de la Nación, actuó como un ariete del Gobierno Nacional, renegando así de las obligaciones constitucionales que como funcionario judicial le corresponden, entre otras, la de obrar con independencia y autonomía. Pero también renegó de sus obligaciones legales, que le ordenan 'adecuar su actuación a un criterio objetivo y transparente'.

El incumplimiento de esos principios fundamentales es lo que llevó a Montealegre a decir –impune y olímpicamente– que se siente traicionado por el Gobierno Nacional, pues si su conducta como Fiscal General hubiera sido ajustada a la legalidad, no hablaría hoy de traiciones.

En la entrevista al periodista Jefferson Beltrán queda en evidencia que el ego de Montealegre se alimentaba de las felicitaciones que 'en privado' recibía del Gobierno Nacional, mientras que cada vez que era objeto de críticas por parte de los delegados del Gobierno en La Habana, entonces la ira lo dominaba. ¡Qué susto haber estado en manos de un Fiscal General con tan poco calado ético!

Por cuenta de la confesión de Montealegre, surgen innumerables preguntas acerca de cuáles fueron las verdaderas motivaciones de muchas de las investigaciones a su cargo. ¿Hubo o no intenciones ocultas en la oportunidad del adelantamiento de varias investigaciones, precisamente en el momento histórico en el que el candidato de la oposición ganaba la primera vuelta de las pasadas elecciones presidenciales? ¿La persecución judicial contra el tal 'hacker', contra Óscar Iván Zuluaga y contra Luis Alfonso Hoyos, es una de aquellas actuaciones por la que el entonces Fiscal General de la Nación, recibía 'felicitaciones en privado' por parte del Gobierno Nacional?

De manera que –luego de haberse despachado contra el Gobierno Nacional– quién debe explicar los alcances de la 'traición' es el propio Montealegre. Nadie más. Sus afirmaciones son de una gravedad extrema y por esa misma razón, su obligación es aclarar todas y cada una de sus actuaciones. La reafirmación de las sospechas que había sobre su conducta –en boca del protagonista de los hechos– ya no es suficiente.

La posición de Montealegre sobre el asunto de las negociaciones del Gobierno con las Farc en La Habana también queda en entredicho, pues al emprenderla contra los dos negociadores principales del Gobierno –Humberto de la Calle, jefe del equipo negociador; y Sergio Jaramillo, Alto Comisionado de Paz– arroja un manto de dudas sobre la actuación de ambos funcionarios en el que es sin duda el hecho más trascendental en la historia reciente del país.

De Humberto De la Calle, el ex fiscal general deja entrever que la campaña por el ‘sí’–en un eventual plebiscito por la paz– sería en realidad una campaña por su futura candidatura presidencial. Y en lo que tiene que ver con Sergio Jaramillo, la pregunta que surge es si la arremetida en su contra tiene que ver con el hecho de que Mónica Cifuentes -una de las ternadas por el presidente Santos para ser Fiscal General- se desempeñó como subalterna de Jaramillo en La Habana. El ingreso de Cifuentes a la terna habría significado el 'descabezamiento' de Jorge Fernando Perdomo, actual fiscal encargado, exvicefiscal y hombre de confianza de Montealegre.

Pero, además, Montealegre le hace un flaco favor al exministro de Justicia, Yesid Reyes, también aspirante a sucederlo, pues al mostrar abiertamente sus simpatías por su candidatura, lo pone en condición de pupilo y protegido. Y en estos momentos lo que menos quieren los magistrados de la Corte Suprema de Justicia –encargados de elegir al nuevo Fiscal General- es dejar al frente del organismo a quien tiene como padrino al funcionario que más contribuyó al desprestigio de la Fiscalía en la actualidad. ¿Qué implicaciones tienen las afirmaciones de Montealegre? ¿Quiénes se benefician y quiénes se perjudican con las mimas?

Montealegre, ¿fiscal General o exfiscal General?

La explosiva entrevista de Montealegre nos da la razón a quienes reclamamos al Gobierno Nacional que elaborara con prontitud la terna para elegir al nuevo Fiscal General, que somos los mismos que ahora le reclamamos a la Corte Suprema de Justicia su tardanza en la elección de su sucesor. La Corte Suprema no puede seguir dilatando tan trascendental escogencia. ¿A qué obedece ese comportamiento? ¿Hay oscuros intereses detrás de dicha tardanza? Ya es hora de que se acabe esa perversa costumbre de que el Fiscal General termina su período y queda encargado su 'hombre de confianza', puesto que no es nada distinto a la prolongación ilegal e inconstitucional del período de quien abandona el cargo. Y es que hay hombres de más confianza que otros, como en este caso, donde el vicefiscal Jorge Fernando Perdomo, es una especie de alter ego de Montealegre. Es su hechura y su invento. Para decirlo de forma contundente: es de su bolsillo. Y hay que ver lo ancho y profundo que es el bolsillo de Montealegre. Punto. Por esa razón, Montealegre habla en la entrevista a NTN 24 en primera persona y explica las actuaciones que hace la Fiscalía en la actualidad. Tanto es así que las justifica y garantiza que llegarán hasta el final, aunque se cuida muy bien de decir hasta el final de quién. Montealegre habla como si formalmente siguiera en el cargo. Y hasta tiene razón: sigue en el cargo. El vicefiscal Perdomo no es el Fiscal General encargado, sino simplemente la extensión de Montealegre. O como dirían los abogados penalistas, Montealegre es el titiritero, es decir, el hombre que tiene el dominio de los hechos. Él es quien mueve los hilos.

¿Servilismo interesado o traición de Santos?

La frase que sirvió de titular de los medios de comunicación, luego de la entrevista de Montealegre, es la de que se 'sintió traicionado' por el Gobierno Nacional. Y aunque intenta precisar que la traición ocurrió porque no lo respaldaron en sus propuestas sobre el proceso de paz, es obvio –y todo el país así lo entendió– que la supuesta traición de Santos a Montealegre se concretó en un solo acto: no haber incluido el nombre de Jorge Fernando Perdomo en la terna para Fiscal General. Ese reclamo evidencia la catadura moral de Montealegre. Ahora nos enteramos de que todas sus desaforadas intervenciones y hasta agresivas declaraciones contra otros altos funcionarios por las negociaciones de La Habana, tenían un fondo politiquero e inmoral. No eran posiciones patrióticas o de buena fe en pos de la paz de Colombia. ¡Nada de eso! Se trataba de descarados actos de campaña para hacer méritos con el Gobierno para que incluyera a Perdomo en la terna para Fiscal General. Y si ello es así: si todo obedeció al interés de Montealegre por satisfacer la voluntad del Gobierno con el fin de lograr beneficios posteriores, entonces vale la pena preguntarse si todos los procesos contra los opositores de Santos –antes candidato y ahora Presidente– obedecían a dicho interés. De ahí la expresión, 'me sentí traicionado'. O –también podría pensarse– que el archivo decretado a favor de todos los investigados por el montaje contra el Almirante Gabriel Arango Bacci, es producto del interés que movía a Montealegre. Por cuenta de sus propias declaraciones, todo escenario es posible, hasta el más procaz.

Las Farc ahora sí son narcotraficantes

De la entrevista de Montealegre quedan más preguntas que respuestas. Por ejemplo, ¿las virulentas declaraciones del fiscal encargado, Jorge Fernando Perdomo, sobre la existencia de dineros de las Farc –que solo entregó después de no haber sido ternado por Santos- es una traición de Montealegre a la traición que sufrió? ¿Se trató del cobro de una deuda personal con base en información obtenida con fuero institucional? Es supremamente grave todo lo dicho por Montealegre, pues cada una de sus afirmaciones tiene una serie de motivaciones y consecuencias delicadas para el país. Siguiendo con lo relacionado con las Farc, al afirmar ahora que ese grupo guerrillero sí se dedicaba al narcotráfico como negocio autónomo –y no como método de financiación de la lucha armada, como en momento pregonó como Fiscal- ello deja sin piso el principal argumento de la tesis de la conexidad del narcotráfico con los delitos políticos, entre otros la rebelión. ¡Qué tal la trascendencia de la afirmación! ¿A qué obedeció un cambio tan radical en sus posturas? ¿A la traición de Santos? Pero la locuacidad de Montealegre con todos los temas relacionados con el actual gobierno, contrasta con su silencio con otros asuntos que también le competen, como los que tienen que ver con Saludcoop, de la que fue su abogado. Es decir: a Montealegre le resultó más fácil encontrar la plata de las Farc que la de Carlos Palacino, su antiguo poderdante. El locuaz Montealegre tampoco habla de los acuerdos con los mayores comprometidos en el caso de Interbolsa y sobre la extraña decisión de no imputarles captación ilegal de dineros. ¿Estará a la espera de otra traición para recordar su conducta pasada, como ahora recuerda episodios vividos con Santos?

En manos de la Corte Suprema de Justicia

Al no elegir Fiscal General la Corte Suprema de Justicia deja en manos de Eduardo Montealegre la suerte del principal organismo investigador del país. Y el propio Montealegre ha dado muestras de lo que es capaz con tanto poder en sus manos, como lo acaba de confesar en su más reciente entrevista. Los cálculos políticos, la ambición y las cuentas por cobrar de los magistrados deben quedar a un lado a la hora de elegir al nuevo Fiscal General de la terna compuesta por Néstor Humberto Martínez, Yesid Reyes y Mónica Cifuentes. La permanencia del 'hombre de confianza' de Montealegre al frente de la Fiscalía –que es su apuesta y la de Perdomo– sólo contribuye a sembrar más dudas sobre la transparencia de la elección por parte del alto tribunal. La prolongación de la interinidad de Perdomo es el triunfo de Montealegre. Así de simple. La Corte Suprema tiene la oportunidad de cerrar de una vez por todas, el nefasto capítulo de Montealegre como Fiscal General. Quienes tenían dudas sobre el talante del ex fiscal general quedaron notificados con sus recientes declaraciones de hasta dónde puede llegar cuando se siente traicionado. Que lo diga Santos que tendrá que padecerlo.