La Comisión de la Verdad presentó al país sus principales hallazgos y recomendaciones para la no repetición del conflicto armado, tras un trabajo de investigación y amplio proceso de escucha de cerca de 30.000 personas, entre víctimas, responsables, empresarios, fuerza pública, organizaciones sociales, poblaciones étnicas, afros, comunidad Lgbtiq+, academia y adultos que siendo niños fueron afectados por este conflicto.
El encuentro se llevó a cabo el pasado 28 de junio y fue calificado como uno de los hitos políticos de 2022.
Fue concebido para abrir el camino hacia un diálogo de país, muy necesario y pendiente, no solo alrededor de los factores de persistencia que han impedido a Colombia salir del 'modo guerra', sino sobre la necesidad urgente de pararla, desde, primero, el dolor de las víctimas y, segundo, desde el reconocimiento colectivo y sosegado de las responsabilidades que como sociedad cada actor ha tenido.
'Traemos un mensaje de esperanza para nuestra nación vulnerada y rota', fueron las palabras del presidente de la Comisión, Francisco de Roux, en la declaración Convocatoria a la Paz Grande.
Se debe tener en cuenta, que el éxito de las comisiones de la verdad en el mundo es, precisamente, lograr un efecto de unión y no división, aunque para llegar a ello sea necesario un debate polémico.
'Somos optimistas. Hay una juventud en Colombia que ha tomado este legado. Una juventud por la paz y por la protección de la vida en todas sus formas.
Hay todavía un camino largo por recorrer, pero
Colombia lo ha emprendido, al estar aceptando sin miedo la verdad histórica de su propia tragedia, y la determinación de mirar hacia adelante', manifestó recientemente frente al
Consejo de las Naciones Unidas, Francisco de Roux. 'Vamos a construir desde el aceptar de nuestras heridas, para enriquecer lo que somos como cultura, como pueblo apasionado por la creatividad y el arte y la libertad y la producción de la vida. Y que ojalá que en la lección de Colombia nos aleje de las guerras de todos los lados para siempre y nos lleva a buscar apasionadamente la verdad y la dignificación del ser humano', agregó.
Preguntas para todos
Una serie de preguntas hacen parte de la declaración de la Comisión y están dirigidas a todos los actores de la sociedad:
¿Por qué el país no se detuvo para exigir a las guerrillas y al Estado parar la guerra política?
¿Cuál fue el Estado y las instituciones que promovieron el conflicto armado?
¿Hasta dónde los que tomaron las armas contra el Estado calcularon las consecuencias de su decisión?
¿Nunca entendieron que el orden armado sobre los pueblos y las comunidades que decían proteger los destruía?
¿Qué hicieron ante esta crisis del espíritu los líderes religiosos y los educadores?
¿Qué dicen los jueces y los fiscales que dejaron acumular la impunidad?
¿Qué papel jugaron los medios de comunicación?
¿Por qué los colombianos dejamos pasar este despedazamiento como si no fuera con nosotros?
¿Por qué vimos las masacres en televisión como si se tratara de una novela?
¿Por qué la seguridad que rodeaba a los políticos no fue seguridad para los pueblos, resguardos y los sectores populares que recibieron la avalancha de masacres?
¿Por qué la guerrilla, que se presentaba como la salvadora del pueblo, cometió cientos de masacres en la lucha por los territorios?
Los hallazgos
Estos hallazgos recogen las principales conclusiones y reflexiones que hace la Comisión de la Verdad alrededor de 10 grandes temas:
1. La Colombia herida: La guerra ha tenido impactos que han generado un trauma colectivo y una catástrofe social. La dimensión del daño causado por la guerra en las vidas, las familias, las comunidades y la Nación es inmensa.
2. Democracia: La guerra afectó a la democracia y frenó el cambio necesario, mientras que la paz abrió la posibilidad de acuerdos incluyentes.
Paulatinamente, el país ha ido construyendo instituciones y costumbres democráticas, pero aún falta para estar al nivel de una sociedad libre. A pesar de todo esto, la democracia se construyó en medio de los espacios que dejaba la guerra. Por eso la paz es un requisito para que la democracia sea plena.
3. Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario: Los actores armados del Estado, de los grupos guerrilleros y paramilitares, cometieron graves crímenes de guerra, tanto violaciones de derechos humanos como infracciones al DIH. Aunque tuvieron objetivos y proyectos políticos diferentes, todos provocaron daños a la población civil.
4. Guerrillas: Con su actuar, no lograron una apertura del sistema político. La guerra misma, su insistencia en ella y los métodos usados, destruyeron el ideario revolucionario.
5. El modelo de Seguridad: Dicho modelo terminó siendo útil a los intereses de sectores políticos y de las élites económicas. Un modelo que está centrado en el cuidado de la propiedad, no de las personas.
6. Paramilitarismo: La Comisión ha comprendido que el paramilitarismo no ha sido solo un actor armado, entendido como ejércitos privados. Ha sido un entramado de intereses y alianzas asociado a proyectos económicos, sociales y políticos que logró la imposición de controles territoriales armados a través del uso de la violencia.
7. Narcotráfico: El narcotráfico, la política antidrogas y las economías de la cocaína deben verse como protagonistas del propio conflicto armado y factor de persistencia del mismo.
8. Impunidad: El déficit de justicia histórico permanente respecto a violaciones contra millones de víctimas es un factor de persistencia del conflicto. La impunidad aumenta la repetición de la violencia y debilita la legitimidad de las instituciones.
9. La paz territorial: La guerra transformó los territorios. Esa transformación ha sido el producto de múltiples formas de violencia, en especial el desplazamiento forzado y el despojo, modificando la propiedad de la tierra y el uso del suelo, así como las relaciones comunitarias, familiares, sociales y políticas de los territorios rurales, acelerando el proceso de urbanización del país, profundizando las condiciones de pobreza.
10. Cultura y conflicto armado: Uno de los factores que explica la emergencia y persistencia del conflicto armado es la herencia cultural excluyente del otro, de los pueblos étnicos, del campesinado pobre, del disidente y el contrario, justificando así la violencia contra determinadas poblaciones o territorios, y marcando con violencia las relaciones políticas, sociales y económicas.