'Que no habían recibido un mal trato'. Esas fueron, en resumen, las declaraciones que ofrecieron los soldados Jhony Andrés Castillo y Jesús Alberto Muñoz, quienes fueron liberados el lunes tras pasar 13 días secuestrados por el ELN.
Los soldados fueron recibidos por la Cruz Roja, miembros de la Iglesia, la Defensoría del Pueblo y varios medios de comunicación, quienes abordaron a los uniformados para conocer cómo fueron sus condiciones en cautiverio.
Ambos soldados respondieron, pero las declaraciones de Castillo, de 19 años, desataron un revuelo, debido a que señaló que se 'sentía como amañado con ellos' y que no recibió 'un mal trato'. Indicó sentirse feliz por su liberación, 'pero a la vez triste porque ya me estaba encariñando con ellos'.
La declaración fue interpretada, a priori, por muchos como un indicio de que el uniformado padecía el síndrome de Estocolmo, al tiempo que las redes sociales se llenaron de memes y comentarios burlescos por las palabras del soldado.
Habla el padre del soldado
EL HERALDO habló con Alexis Rangel, padre del uniformado, quien pidió respeto por las declaraciones de su hijo debido a que estas fueron dadas dentro de un contexto 'que muchos desconocen'.
'A mi hijo hace 5 años le diagnosticaron una afectación psicológica que no le permite tener una buena concentración, eso le dificultó la terminación del bachillerato', dijo Rangel.
Con relación a cómo llegó Castillo a las filas del Ejercitó, el hombre detalla que un día a las manos de su hijo llegó un volante en el que invitaban a los jóvenes de Aguachica (Cesar) a incorporarse a la institución armada.
'Él nos dijo, en septiembre del año pasado, que quería irse al Ejercito para obtener su libreta militar —porque no teníamos plata para comprársela— y para ofrecernos una ayuda, nosotros le dijimos que sí para quitarle la idea, pues sabíamos que su condición médica sería un impedimento para que lo aceptaran, pero según los exámenes psicológicos que le hicieron en el Ejercito no arrojaron nada extraño. Muchas veces ellos lo que necesitan es gente así, con más facultades físicas que mentales', declaró Rangel.
El hombre manifestó que los comentarios hirieron a su familia. 'La gente no se da cuenta del daño que hicieron al cuestionar y juzgar las palabras de mi hijo. La gente no se imagina las cosas que hemos tenido que pasar —y que estamos pasando— para que ahora lleguen a dañarle la autoestima de un joven con sus comentarios tan malos. Mi hijo solo quiere surgir y superar todo este episodio'.
¿Presenta el síndrome?
El psicólogo Diego Marín manifestó que es muy probable que el soldado esté presentando el síndrome de Estocolmo (mostrarse comprensivo y benevolente con la conducta de los secuestradores e identificarse progresivamente con sus ideas, ya sea durante el secuestro o tras ser liberada), teniendo en cuenta sus palabras a los medios, pero para referirse a ello con rigor y certeza 'no basta con la información que hay disponible'.
Por lo tanto, en este caso, 'se hace una presunción de las circunstancias que pudieron haber propiciado las opiniones y juicios de valor que emitió el joven posterior a su cautiverio', manifestó el especialista.
'Posiblemente el joven se encontró con un grupo de personas que se parecen a él, incluso físicamente. Que hablan con acento campesino. Que le dieron la comida que acostumbra a comer en casa. Y ya más tranquilo empezó a notar un ambiente de camaradería entre los combatientes guerrilleros que lo llevó a comparar el trato que recibe como soldado y el que le ofrecieron como rehén', dijo Marín.