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A los 14 años Helena ya sabía el precio 'que tenía que pagar una mujer en medio del conflicto armado'. No sabía muchas cosas de la vida, pero ya entendía a la perfección el dolor del reclutamiento forzado, de la violación y del aborto en contra de la voluntad.

Fue sacada a la fuerza de su casa y enlistada en las filas de las Farc, no pasó mucho tiempo cuando empezó a ser blanco de violaciones consecutivas, porque en ese entonces, bajo las consignas de ese grupo guerrillero, 'eso era normal, para eso nacen las mujeres', y tras ese lema venía uno segundo: 'Ustedes acá no vienen a criar niños, vienen a contribuir al pueblo', así que era terminantemente prohibido quedar en embarazo.

'A las mujeres siempre las ponían a planificar con una inyección ‘Mesigyna’. Había momentos cuando entraba el Ejército que no facilitaba las cosas y no había forma de cómo cuidarse', relató Helena a la Comisión de la Verdad.

'Cuando yo quedé embarazada a mí se me vino todo a la cabeza. Pensé: a mí me van a hacer abortar, porque eso era de ahí, la que salía embarazada de una la mandaban para que abortara. Me empezaron a aplicar medicamentos, me hicieron tomar las pastillas, pero el médico al ver que yo no perdí el bebé les dijo que tocaba hacerme cesárea. Fue una tristeza tan grande, cuando me desperté era como si me hubieran dado una golpiza, no sabía cuál de los dolores me afectaba más, si el de haber perdido a mi bebé o el del maltrato'.