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Mejor dicho, eso estaba vuelto pedazos, los pies en un lado, las piernas en otro y los muslitos en otro. Mejor dicho, eso era un desastre completo', contó el tío de Irwing Orlando Ropero, un menor de 10 años que protagonizó el caso del ‘niño bomba’.

En Arauca, el 17 de abril de 2003, según señala el informe con el que el Ejército Nacional concluyó su aporte a la verdad en el marco del conflicto armado, un desconocido se acercó a Irwing Ropero y le entregó mil pesos a cambio de un mandado: llevar una bicicleta a un sitio conocido como la Ye, en el municipio de Fortul, Arauca.

El menor vivía con sus abuelos, cursaba cuarto de primaria en la escuela Alejandro Humboldt, según refiere el informe. En sus ratos libres se convirtió en 'el niño de los mandados', el que ganaba unos cuantos pesos ayudando en la plaza de mercado.

Pero ese día, sin conocer lo que le ocurría horas más tarde, aceptó la propuesta de intercambiar un mandado por mil pesos que llevaría a su casa.

'Él dizque llegó a la Ye, cuenta la señora que tenía una caseta Postobón, donde vendía tinto, y unos soldados que había por ahí cerquita cuentan que el niño llegó y miraba pa’ lado y lado, bajó una patica al piso y la otra la dejó montada y no hallaba qué hacer, ni a dónde parar esa cicla y en eso explotó la cicla', relató una tía del menor.

Un oficial que presenció el hecho añadió: 'Era una vaina terrible, el niño estaba completamente desmembrado. La cara le quedó abierta, los miembros esparcidos, no le quedó el pantaloncito y encontraron el billetico, la cicla estaba vuelta nada'.

La bicicleta que le habían entregado a Irwing para llegar a un puesto de control del Ejército Nacional estaba acondicionada con artefactos explosivos improvisados.

Por este hecho, el Ejército responsabilizó al Frente 10 de las Farc.

Este jueves, la institución militar hizo entrega a la Comisión de la Verdad del informe ‘El surco de dolores’ y de la Colección Bicentenario, siendo el último de los 39 documentos académicos y metodológicos que el Ejército ha entregado a la comisión en contribución con el esclarecimiento de la verdad durante el conflicto armado.

Ataques a bases militares. ‘En surcos de dolores’ contiene cerca de 25 testimonios de víctimas y testigos del conflicto armado y documenta los asesinatos de 76 personas, incluyendo menores de edad, civiles y uniformados, por parte de grupos armados ilegales. Además, refiere un registro de 59 heridos y de 674 víctimas indirectas.

De los hechos que resaltó el general Eduardo Zapateiro, comandante del Ejército Nacional, están tres ataques a bases militares que dejaron un saldo de 38 soldados muertos y 19 heridos. (Ver mapa)

En la madrugada del 25 de febrero de 2004, miembros de las antiguas FARC atacaron de manera indiscriminada a un pelotón del Batallón Tenerife acantonado en el cerro San Sebastián, jurisdicción del municipio de Santa María, Huila.

Morteros, granadas de mano, ráfagas de fusil y cilindros bomba fueron algunos artefactos usados por el Frente 66 del bloque sur de las FARC. 'Los guerrilleros asesinaron con tiros de gracia a ocho militares heridos que se encontraban en estado de indefensión. El comandante del segundo pelotón de la Batería Atlas II, el subteniente Andrés Pulido Camacho, fue asesinado con tiro de gracia, y el comandante de la escuadra, el cabo tercero Yesid Madrigal, murió por esquirlas y el efecto de la onda explosiva', documentó el Ejército.

Según uno de los soldados sobrevivientes, las bombas cayeron por dos horas y cuando pensó que el fuego había cesado una granada lo sorprendió. 'Me traté de mover cuando me cayó otro bombazo y hasta ahí... Me fracturó la pierna, tengo esquirla acá, tengo dos clavadas acá, también una acá que no me pudieron sacar porque quedaron tan incrustadas en el hueso que el doctor dijo que era mejor dejarlas de recuerdo'.