Era 1841. El alcalde de Coromoto, Santander, le envió una invitación al general Tomás Cipriano de Mosquera para que asistiera a la celebración del 20 de julio en esta población.
Mosquera, quien tuvo un papel fundamental en las guerras por la Independencia y en la política de mediados del siglo XIX (fue cuatro veces presidente de la República), se caracterizaba por su 'desafío al poder central y a las élites de Bogotá'.
En el artículo ‘El día de la Independencia en Colombia. La exclusión de los hechos históricos de la Región Caribe‘, los historiadores Raúl Román y Vanessa Niño cuentan que, el 13 de enero, desde San Gil, Mosquera respondió al alcalde de Coromoto con una carta en la que quedó patente su desagrado por esta fecha de conmemoración.
'Señor Jefe municipal. En contestación a su atenta carta debo decirle a usted que jamás, ni como magistrado ni como particular, he reconocido como efemérides nacional el acto que tuvo lugar en Bogotá el 20 de julio de 1810'.
Y explicaba así sus motivos: 'Si debe celebrarse como efemérides memorable el primer pronunciamiento revolucionario que se hizo en el antiguo Reino de Granada, correspondería al que tuvo lugar en Quito en 1809. Pero forzados a contraernos a lo que hoy es territorio de Colombia (sic), debería celebrarse el 22 de mayo de 1810 en que tuvo lugar la deposición del gobernador de Cartagena, brigadier Montes, y el establecimiento de un gobierno provisorio en aquella plaza fuerte que tuvo gran influencia política en todo el Virreinato y fue secundado en Pamplona el 4 de julio de 1810'.
Se refería Mosquera a unos acontecimientos políticos que sucedieron en Cartagena, donde el Cabildo cambió la forma de gobierno para garantizar una mayor autonomía y abrió el camino para que otras provincias copiaran su pionera iniciativa.
Y concluía su misiva de la siguiente manera: 'Toca, jefe municipal, a los hombres públicos que vivimos y que pertenecemos a los fundadores de la República, rectificar los hechos de los que hemos sido testigos, para que no se adultere la historia'.
Mosquera no era costeño (nació en Boyacá en 1798 y murió en el Cauca en 1878), pero ya subrayaba el papel de nuestra región en la Independencia.
No fue la única personalidad que cuestionó los intentos por consagrar el 20 de julio como el día de la Independencia nacional.
Román y Niño citan también en su artículo a Miguel Antonio Caro, 'uno de los conservadores más distinguidos de la segunda mitad del siglo XIX y quien cuestionó que la fecha del 20 de julio se decretara como día de la Independencia del país por parte del gobierno liberal'.
En 1872, un año antes que se aprobara la ley que declaraba el mencionado día como fiesta nacional, Caro, quien sería después presidente de la República, publicó en el periódico ‘El Tradicionista’ un artículo en que explicaba su posición. Sin desconocer la importancia del 20 de julio, sostuvo que no hubo en aquellos acontecimientos protagonizados por el cabildo de Santafé muestra alguna de una vocación independentista.
'Tal fue el importante movimiento de 1810, movimiento grandioso y fecundísimo pero constitucional y monárquico, no republicano ni de independencia. Legalizóse, y ratificáronse sus principios por la constitución monárquica de 1811, cuyo imperio se extendió hasta el 16 de julio de 1813. Entonces, solo entonces, se declaró la independencia propiamente dicha'.
Caro –quien posteriormente fue vicepresidente en el periodo presidencial del cartagenero Rafael Núñez y, después, presidente– precisó en el artículo: 'El 20 de julio no es un aniversario de Independencia, porque entonces no se proclamó independencia, ni del nacimiento de la República porque la forma monárquica subsistió hasta 1813'.