Compartir:

Entre las 6 y 7 de la mañana del sábado sonó su celular. José Javier Erazo Domínguez se disponía a comenzar su rutina diaria cuando esta llamada alteró los planes que tenía para ese día. 'Averigua qué pasó con tus familiares porque en Mocoa hubo una avalancha', le dijeron.

Inmediatamente, este médico de 35 años, y estudiante de posgrado de la Universidad Metropolitana de Barranquilla, tomó su celular y marcó al número de sus padres, pero un mensaje que desviaba la llamada al correo de voz incrementó su zozobra.

Minutos después, un primo que vive en Mocoa llegó hasta el barrio Junin, ubicado en la vía que conduce a San Antonio, a un kilómetro de la capital de Putumayo, y constató que tanto la casa donde residían sus padres, como en la que habitaba su hermana y tres sobrinos habían sido completamente arrastradas por la corriente de agua, lodo, piedras y troncos.

Lo peor había sucedido. Sus padres, José Erazo Recalde y Teresa Domínguez Mora, ambos de 69 años; su hermana, Rocío Alejandra Erazo, de 46; y dos de sus sobrinos, Juan Felipe Acevedo Erazo y Sara Ordoñez Erazo, de 14 y 12 años, respectivamente, están entre las 254 víctimas mortales que, hasta el momento, deja la tragedia natural que se originó por el desbordamiento de los ríos Mocoa, Mulato y Sangoyaco.

En medio de la espesa capa de lodo, unos mil socorristas buscan sobrevivientes, heridos y cuerpos sin vida, entre los cuales están los que este lunes, José Javier tuvo que identificar y recibir para darles cristiana sepultura. Mientras tanto, los rescatistas siguen haciendo su trabajo para ver si logran encontrar a María Judith Pereira Erazo, de 10 años. Otra de sus sobrinas.

Para realizar el reconocimiento de las víctimas, José Javier tomó el sábado por la noche un vuelo hasta Pasto y luego, por tierra, se trasladó hasta la zona en desastre, donde se encuentra acompañado de sus familiares paternos que residen allá. Luego de recibir los cuerpos, el joven médico tiene pensado trasladarlos a la capital de Nariño, para sepultarlos en esta tierra que vio nacer a su madre.

Lea también: Estudiante de la Metropolitana perdió a sus padres y a cuatro familiares más en Mocoa

¿Por qué en Pasto? Él considera que, por obvias razones, las condiciones en Mocoa –'sin agua, sin energía y donde hay tantas víctimas'– no son las ideales. Además, en la capital nariñense viven sus familiares maternos, de los cuales también ha 'recibido un gran apoyo'.

Hace dos años y medio –luego de haber laborado por un tiempo en el 'único hospital que tiene Mocoa', el José María Hernández– José Javier, quien también es oriundo de Pasto, llegó a Barranquilla para hacer su especialización en Medicina Interna.

En medio de la tristeza que lo embarga, José Javier agradece todo el apoyo que ha recibido por parte de sus familiares y de sus compañeros de la Unimetro y del grupo cristiano al cual pertenece en la capital atlanticense.

En la mente de este pastuso de nacimiento, criado en la capital del Putumayo, hecho profesional en Popayán (Universidad de Cauca) y 'agradecido' con el pueblo barranquillero, quedará el recuerdo de las voces de sus padres. Las mismas que escuchó por última vez el pasado jueves, en horas del mediodía, cuando se comunicaron vía telefónica.

'Nos saludamos. Mi mamá siempre estaba pendiente de mí. Barranquilla no es una ciudad barata y uno como estudiante tiene sus conflictos económicos. Pues hablábamos de eso, básicamente de las deudas y sobre este tipo de cosas', recuerda.