Mientras revelaba detalles de la denuncia interpuesta en la Corte Suprema de Justicia CSJ en contra de varios oficiales de la Policía Nacional, Werlin Wilmar Escobar Carmona recibió una llamada mediante la cual le informaban que esa institución había aceptado la solicitud de retiro motivado que le había sido negada desde el pasado 21 febrero, aunque el contenido de la resolución lo conocerá tan pronto se notifique.
Escobar Carmona y Héctor Gustavo Niño, fueron los dos agentes de tránsito que en la madrugada del 13 de mayo de 2012, trabajando en un puesto de control de alcoholemia de Barranquilla, requirieron para la prueba de alcoholimetría al entonces senador Eduardo Carlos Merlano Morales (Sincelejo 1976) quien además de negarse a la práctica, no portaba la licencia conducción.
Además de renuente, y con el argumento de los 50 mil votos que logró para hacerse a una curul en el Congreso, el político del partido de la U movió influencias ante altos mandos de la Policía para que le permitieran irse del lugar con el vehículo que conducía y exento del requerimiento de la prueba.
A pesar de que por esa conducta la Procuraduría destituyó e inhabilitó por diez años para ejercer cargos públicos a Merlano Morales, para los agentes, por haber cumplido con su deber, se han convertido en tres largos e insufribles años durante los cuales han sido víctimas de acoso laboral, intimidaciones, torturas y confinamiento, según lo manifestó Escobar Carmona y según él y Niño lo expresan en la acción penal radicada en la CSJ.
Recurso que en su preludio reza: 'Denuncia como coautores en calidad de garantes por tortura, lesiones personales con perturbación psiquiátrica- psíquica y prevaricato por omisión, contra los generales de la Policía Nacional León Riaño, Palomino López, Segura José Vicente; el capitán Gómez Velandia Mauricio y los coroneles que resulten involucrados'.
Wilmar Carmona relató que el Comité de Retiros de la Policía Nacional se había venido negando a aceptar su retiro motivado argumentando que 'todo el que se vaya de la institución tiene que irse contento'. Ante la intransigencia, el pasado miércoles primero de abril Carmona decidió su 'retiro atípico' firmando el libro de población y entregando mediante acta el arma de dotación, los uniformes y las insignias.
La decisión de Carmona se dio en medio de una reunión con su abogado Germán Andrés Sánchez y el comandante de la Policía del Atlántico, coronel Joaquín Fernando Buitrago, quien no logró que el agente desistiera. 'No me nace seguir, me estoy enfermando. Lo único que quiero es que se haga justicia', le dijo Carmona a los oficiales porque manifiesta sentirse desilusionado de una institución a la que soñó pertenecer desde niño, pero que le dio la espalda por el incidente Merlano y lo ha discriminado durante este tiempo.
La presión psicológica de la que ha sido objeto Escobar Carmona ocasionó una desestabilización de su salud y de su vida familiar. En tres años, él ha tenido que someterse a tratamientos psicológicos, su esposa perdió un bebé de dos meses de gestación y tuvo un segundo embarazo de alto riesgo. Tres años que soportó ante el trauma de su compañera por la pérdida del primer hijo, y que toleró para no afectar una nueva preñez y para no perjudicar el crecimiento de su primogénita que ya transita por el año y los cuatro meses de vida.
El ya exagente policial piensa que con su caso y otros ocurridos se está enviando un mensaje errado a la sociedad e incluso a los mismos policías, quienes para evitarse problemas con sus superiores, pueden optar porque altos funcionarios o dirigentes políticos pasen de agache con sus conductas violatorias de las normas. 'Eso no puede ser así. La ley es la misma tanto para el más humilde de los ciudadanos como para el más ilustre', reflexiona Escobar.
Hoy vacante y con cierto temor de lo que pueda pasar con su vida, el denunciante dice se la jugará con su causa hasta el final. En espera de que le resarzan todos los daños y de que el general Rodolfo Palomino, director general de la Policía, rompa el silencio que ha mantenido con referencia a su caso y al de Héctor Gustavo Niño, cuya situación clínica es aún más complicada, pues además de las alteraciones psicológicas, presenta cuadros de taquicardia y una afección cerebral. Y con sólo 27 años de edad, los mismos de Wilmar Escobar Carmona, de los cuales siete le entregó a la Policía Nacional. Una ilusión y una decepción, afirmó.