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La victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos no solo marcó un giro en la dirección política del país, sino que también intensificó las preocupaciones sobre el acceso al aborto, uno de los temas más polémicos durante su campaña.

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Según datos públicos de Google, las búsquedas del término “aborto” se dispararon en la noche de los comicios, alcanzando un aumento del 80 % a las nueve de la noche, cuando el triunfo de Trump empezaba a vislumbrarse, y un alarmante 100 % al amanecer siguiente.

El impacto de esta preocupación fue aún más significativo en estados con regulaciones estrictas. En Florida, donde el aborto solo es legal hasta la sexta semana de gestación, el interés por el término en Google subió un 250 % tras conocerse la victoria de Trump. En Nebraska, donde recientemente fue rechazada una propuesta constitucional para proteger el derecho al aborto, las búsquedas se duplicaron en la víspera de las elecciones. Picos de interés que, según los expertos, reflejan la incertidumbre y el temor que se ha generado en torno al futuro de los derechos reproductivos en el país.

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Trump ha mostrado posturas inconsistentes sobre el aborto, generando desconcierto entre los votantes. Durante las últimas etapas de su campaña, sugirió que cada estado debería establecer sus propias políticas de interrupción del embarazo, una afirmación que contrastaba con su declaración de marzo en la que apoyó una prohibición nacional de abortos después de las 15 semanas de gestación.

Sin embargo, sus antecedentes no han sido menos controvertidos: en 2016, prometió designar jueces conservadores en la Corte Suprema con la intención de revocar el fallo histórico ‘Roe contra Wade’, una promesa que cumplió al contribuir a que la Corte derogara esta protección constitucional. Posteriormente, Trump se jactó de este logro, en un movimiento que impulsó a los estados más conservadores a imponer regulaciones más severas.

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El contraste en la visión sobre el aborto entre Trump y la candidata demócrata Kamala Harris fue evidente durante la campaña. Mientras Harris abogó por mantener y ampliar el acceso al aborto, Trump representó una línea de pensamiento que podría llevar a restricciones más estrictas, sobre todo en torno al uso de píldoras abortivas.

Según el Instituto Guttmacher, el 63 % de los abortos en Estados Unidos se realizaron a través de este método en el último año, y expertos coinciden en que una nueva administración de Trump podría presionar por limitar aún más su acceso.

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Ahora, aunque bien los expertos no se ponen de acuerdo sobre el impacto global que podría llegar a tener una segunda administración del republicano en el acceso al aborto, anticipan que aumentarán los esfuerzos para restringirlo, particularmente en estados con legislaciones ya restrictivas.