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Miles de personas bailaron hasta el sábado por la mañana en una región desértica de Uzbekistán, en donde antes se extendía el mar de Aral, durante un festival de música electrónica que busca salvar lo que en el pasado fue el cuarto lago de agua dulce más grande del mundo.

Este es el primer festival de música electrónica organizado en esta ex república soviética de Asia Central, que empezó recientemente a abrirse al turismo.

Se organizó en una zona desértica, testimonio de una de las peores catástrofes medioambientales causadas por la actividad humana: la casi desaparición del mar de Aral, a caballo entre Uzbekistán y Kazajistán, provocada por el desvío durante la época soviética de sus afluentes para irrigar los cultivos de algodón.

'Llenemos el mar de Aral con un océano de sonidos. Si no podemos llenarlo de agua por ahora, empecemos con los sonidos', dijo OTabek Suleimanov, uno de los organizadores del festival que comenzó el viernes.

El lugar del festival, Moynak, era un pueblo de pescadores situado a orillas del mar de Aral, el cuarto lago de agua dulce más grande del mundo que perdió más de 75% de su superficie en 50 años.

El festival --un evento poco habitual en Uzbekistán-- atrajo DJ's de Europa y todo el ex espacio soviético, así como varias decenas de extranjeros y unas 7.000 personas de la región, según los organizadores.

'Es la primera vez que veo un espectáculo como éste. Quiero realmente que Moynak se convierta en un lugar que atraiga nuevamente a la gente', declaró Guldona Turakulova, de 25 años, enfermera en Moynak.

Su generación tuvo que lidiar con las consecuencias de la catástrofe medioambiental del mar de Aral, que trastornó la vida de los que vivían de la pesca o del turismo.

'Mi padre me cuenta historias sobre el mar, sobre cómo pescaban y nadaban los meses de más calor', cuenta a AFP.

Atraer turistas

Decenas de miles de toneladas de polvo salado se desprende del fondo marino desaguado, contaminado por pesticidas, lo que daña la salud de los lugareños.

En mayo, una tormenta de este tipo azotó la región y la vecina Turkmenistán, dañando gravemente los cultivos, según la prensa.

Las autoridades dieron su apoyo al festival ya que esperan atraer turistas a esta región, Karakalpakistán, cuya economía sufre.

Luego de años de aislamiento a nivel internacional, durante el régimen autoritario del ex presidente Islam Karimov, fallecido en 2016 tras casi treinta años en el poder, Uzbekistán, liderado por el presidente Shavkat Mirzioiev, intenta influir diplomáticamente en la región.

El país flexibilizó su política de visas para los extranjeros de muchos países e intenta diversificar su economía, basada esencialmente en cultivos intensivos como el algodón, que provocó el desastre del mar de Aral.

'Fue sólo un ensayo', dijo a AFP el organizador del festival. Suleimanov espera reiterar la experiencia el año que viene, a pesar de los desafíos logísticos.

Entre los artistas que subieron al escenario estaba la ucraniana Dasha Redkina, establecida en Alemania, quien declaró a la AFP que su actuación buscaba ser 'un sacrificio a los dioses del agua y de la lluvia, para traer a la región la energía que necesita para que regrese el mar de Aral'.

De momento parece muy improbable que el mar vuelva a tener agua.

Uzbekistán había pedido a fines de 2014, y obtenido, una importante ayuda internacional para revertir la catástrofe, con la construcción de un dique en la parte kazaja con fondos del Banco Mundial.

Arina Osinovskaia, kazaja, dijo estar consternada por el decorado del festival: el antiguo pueblo de pescadores hoy desaparecido. 'Esto nos recuerda lo que es importante', dijo a AFP. 'El mar de Aral no concierne únicamente a Uzbekistán, también a los países vecinos y la región.'