Por diferentes razones, hacerse tatuajes es una práctica que millones de seres humanos alrededor del mundo disfrutan; sin embargo, en días pasados circularon en redes sociales varias fotografías de perros luciendo este tipo de piezas artísticas.
A muchos les causó indignación, a otros les pareció una medida para la identificación del animal.
En 2013, se conoció el caso de Ernesto Rodríguez, quien decidió tatuar a sus dos perros de raza pitbull, Duke y Dutchess, en la panza con el propósito de poderlos identificar. Inclusive, manifestó que la canina femenina de cuatro meses fue tatuada mientras se encontraba dormida tras haberle recortado las orejas.
'No la tiré en la cama y la tatué. Ella se encontraba bajo los efectos de la anestesia. Estaba dormida, totalmente dormida. Incluso, utilicé anestesia tópica, también, en la piel. Así que no sintió nada'.
Se alega que al hombre no se le pueden levantar cargos de crueldad animal porque los perros no sintieron dolor.
No obstante, este no es el único caso, pues a finales de 2016 se hizo público el caso de Emerson Damasceno, un brasileño que tatuó a su bull terrier alrededor de sus ojos y hocico, según él, para evitar que padeciera de cáncer.
La Sociedad Protectora de Animales de Barranquilla sentencia que junto con las autoridades pertinentes estarán muy pendientes porque no permitirán que ningún animal en la ciudad sea tatuado.
Por su parte, Peta (Personas por el Trato Ético de los Animales, por sus siglas en inglés), acepta los tatuajes como una forma de identificar a los animales en EE.UU. El debate está abierto.