Los asesinatos de Francia Elena Rodríguez y Wendy Vanessa Montaño Vargas, en el barrio Santa Inés, el pasado 25 de julio, aumentaron la espiral de violencia que desde hace varios meses atemoriza a los habitantes de Ciénaga por cuenta de la guerra por el control del microtráfico.
Un afán desmedido por el poder territorial, que solamente en julio dejó seis muertos y ocho heridos.
Y es que la privilegiada posición geográfica, entre el mar Caribe y la Ciénaga Grande, muy cerca de la Sierra Nevada y punto intermedio entre Barranquilla y Santa Marta, convierten a esta ciudad - la segunda en importancia del Magdalena - en zona estratégica para el tráfico y comercio de drogas, al por mayor y al menudeo.
Un negocio que ha sembrado el pánico y que ha creado fronteras invisibles bien marcadas en sectores como el 12 de Octubre, en el sur del casco urbano, y en el noroccidente, con una aparente mayor presencia en el Barrio Abajo, Brisas del Mar y Mar de Plata, colindando este último con Nueva Frontera, en el vecino municipio de Puebloviejo.
Unos bajo el aparente servicio a ‘Los Pachencas’ y otros a merced del temido ‘Clan del Golfo’.
El antropólogo Lerber Dimas sostiene que son pequeñas bandas asociadas al microtráfico, que en el pasado fueron importantes como las de Walter Junior, Los Magníficos y Los Negritos, las que han desatado la ola de violencia.
'Aquí hay un tema específico de control de bandas a partir de la llegada del Clan del Golfo', precisó el investigador.