Caída la tarde del lunes por las calles de Santa Ana, sur del Magdalena, desfilaron mototaxistas, carromuleros y bictaxistas que transportaban tablas, puntales, horcones, zinc y polisombras; otros, lo hicieron a pie. Cualquier desprevenido podría haber pensado que se habían robado una ferretería.
Pero no, el material que llevaban a sus casas provenía de la corraleja, que había sido destruida poco antes por la comunidad que apostada en las graderías se quedó esperando la aparición de las vaquillas.
Era el último día de la fiesta en honor a la Santa patrona, celebración que venían realizando desde el 25 de julio y todo apuntaba a que la romería no se iba a hacer esperar puesto que las entradas eran baratas. Esa tarde los manteros no se enfrentarían a toros, sino a a vaquillas.
Las gradas estaban copadas; el ron y la cerveza iba y venía y el fandango se escuchaba… pero los animales no llegaban. La impaciencia se apoderó de todos y la espera llegó al límite. Enardecidos desmantelaron la estructura a punta serrucho, machete, martillo, pata de cabra y motosierra.
Con las manos en la cabeza, , Francisco Manuel Montes conocido popularmente como ‘Zicomane’, propietario de un palco que fue desmantelado miraba atónito e impotente.
Hay quienes sostienen que 'pudo ser peor', pues luego que la gente arremetió contra el palco arrancando una a una el tablado, postes y horcones, echaron gasolina para incinerar el redondel, pero la naturaleza evitó una tragedia pues una lluvia ligera no permitió que el fuego consumiera el maderamen.
La mañana del martes, empresarios y funcionarios del gobierno local se dieron cita en el sitio de los hechos. De la corraleja no quedaba casi nada, solo palos hincados y latas viejas en lo que era el ruedo.
Se dijo que las pérdidas por este hecho de vandalismo se estiman en 20 millones de pesos, pues unas casetas aledañas a la corraleja también fueron destruidas.
Cabe recordar que la empresa Taurina de la Costa, respondió que los animales no llegaron porque 'el camión que transportaba las vaquillas se atolló en la finca de su propietario y fue imposible sacarlo, incluso, ni con la ayuda de dos tractores'.