Las riñas en el interior de las cárceles Rodrigo de Bastidas de Santa Marta y la Ternera de Cartagena terminaron en dos motines que dejan el saldo de un recluso muerto, siete más heridos y seis quemados.
El primer caso se registró en la cárcel de Santa Marta por el enfrentamiento entre dos grupos de presos. En el hecho un recluso murió y siete más resultaron heridos. En la sublevación 4 guardianes del Inpec también resultaron lesionados.
La única víctima mortal de esta rebelión fue José Alberto Cantillo Bolaño, presunto integrante de una banda criminal, conocido con el alias de El Diablo, quien recibió un tiro en la cabeza. Desde diciembre del 2012 estaba privado de la libertad.
La sublevación de los internos se inició al medio día de ayer por una confrontación entre los bandos, uno de los cuales se hace llamar Los Barranquilleros. La disputa comenzó en el pabellón uno y se extendió hasta los demás patios del reclusorio.
La reyerta se acentuó luego que cumpliendo con el protocolo de seguridad, intervinieron funcionarios del Inpec en defensa de las garitas 3 y 4 que pretendían ser tomadas por los revoltosos.
Uno de los guardias, a cuyo cargo estaba una de estas casetas de vigilancia iba a ser agredido por lo que optó lanzarse hacia la parte exterior cayendo sobre la calle. Sufrió fractura de tobillo. Un compañero suyo fue tomado como rehén. Los internos quemaron parte del monte seco del patio y uno que otro colchón.
Los presos heridos, según información entregada por la Defensoría del Pueblo, son Brayan Cabello, Rafael Ruiz, Jhonatan Campo, Francisco González, José Manuel García, Edgar Pérez Miranda y Giussepe Jiménez Torres. Las identidades de los cuatro guardianes del Inpec no fueron suministradas.
Horas de pánico
Las detonaciones que se escuchaban desde el interior del penal producían angustia y desespero en los vecinos del barrio Los Alcázares - sector donde está situada la edificación - pero especialmente entre los familiares de los presos que se agolparon en las afueras del mismo para saber del estado de sus seres queridos.
Hubo desmayos, reclamos con improperios y hasta agresiones al personal del Escuadrón Móvil Antidisturbios, Esmad, de la Policía Nacional.
En un momento dado se especuló que los muertos eran seis y ello acrecentó la intranquilidad de los padres e hijos de los internos quienes intentaron sobrepasar la barrera de seguridad impuesta por la policías.
La presencia de la Defensoría del Pueblo, de la Personería Distrital y de la Procuraduría, permitió minutos más tarde entregarles a los desesperados familiares noticias menos dramáticas.
Al filo de las 5 de la tarde la situación volvió a la normalidad. La quedó bajo el control del Inpec. Solo quedaba el humo producto de las quemas.
Anoche llegó a la ciudad el director nacional del Inpec, general Saúl Torres, quien al cierre de esta edición sostenía una reunión con el comité de derechos humanos de los presos.
Pensaron que eran cohetes
Zully Salas, una de las moradoras de los alrededores de la cárcel dijo que todos los vecinos están angustiados por lo que periódicamente se presenta dentro y fuera de ella. Manifestó que en 26 años han sido muchos los sobresaltos que le ha tocado vivir por motines e intentos de fuga.
Pero para ella ayer le tocó una de las mayores angustias pese a que por un momento no le puso atención a las detonaciones, pues creyó que 'eran cohetes en honor a Santa Marta'.
'Cuando supe la verdad me dio de todo', anotó. Hoy quiere salirse de esa casa pero su esposo no la deja.
Hacinamiento
El Defensor del Pueblo del Magdalena, Albeis Fuentes, dijo que el ente a su cargo dio apertura a una investigación por presunta violación de derechos humanos.
Indicó que desde hace mucho rato viene advirtiendo la tragedia que podría presentarse en el centro penitenciario por diferentes factores, uno de ellos el hacinamiento, pues de una capacidad de 317 internos que posee, actualmente hay 1.100. 'Esto es inhumano', anotó.
Igualmente el funcionario ha encendido las alertas por las pésimas conexiones eléctricas que en cualquier momento podrían producir un cortocircuito y el consecuencial incendio. 'Ya hace unos días atrás hubo un conato', recordó.
La ambulancia permaneció a la espera para poder ingresar y sacar a los internos que sufrieron quemaduras.
Seis quemados en la cárcel de Ternera
Seis internos con quemaduras de primer y segundo grado fue el saldo de un amotinamiento en la cárcel de Sumariados de San Sebastián de Ternera, ocurrido a las 7:15 de la noche de ayer.
El hecho se registró, según EL HERALDO pudo establecer, tras un enfrentamiento entre varios detenidos del patio número dos. Uno de ellos decidió prenderle fuego a una colchoneta en el interior de la celda donde se encuentra recluido.
El incendio se propagó, al parecer, por algunos de los calabozos del centro penitenciario. Varios de los internos lograron refugiarse y ampararse de la conflagración, mientras que otros ayudaban y auxiliaban a sus compañeros quemados.
Una fuente le contó a este medio que desde la semana pasada las discusiones y riñas han minado la convivencia pacífica entre los internos de la cárcel.
Pero la situación entró en crisis cuando, según una fuente, uno de los internos, cansado de los hostigamientos, decidió prenderle fuego a una colchoneta en el interior de la celda.
Las seis personas que resultaron con quemaduras de primer y segundo grado fueron trasladadas a la enfermería de la cárcel, donde recibieron los primeros auxilios.
Luego ingresó una ambulancia que los trasladó a la clínica Madre Bernarda. De igual forma, anoche trascendió que en una de las últimas riñas un guardián del Inpec resultó herido. Actualmente se encuentra bajo observación médica.
Llegó el cuerpo de bomberos. A las 7:40 p.m. el Cuerpo de Bomberos logró atender la emergencia y sofocar la conflagración con dos máquinas. El amotinamiento se extendió por cerca de un hora.
Las autoridades del Inpec junto con la Policía trataban de controlar las confrontaciones. Hoy se espera que la dirección de la cárcel se pronuncie en torno a esta situación y se logre aclarar las razones que vienen originando las riñas en el penal.