Antes de morir, Karl Parrish Jr., uno de los hijos que dejó la unión sentimental entre el ingeniero de minas estadounidense Karl C. Parrish y su esposa Blanche Emmonds, plasmó a puño y letra en una serie de hojas en blanco lo que para él, en su momento, significó su llegada a Colombia, una parte de la visión constructora de su familia, cómo creció Barranquilla y lo que pensaba sobre algunas problemáticas que ha padecido históricamente Colombia.
Sus memorias, que quedaron reflejadas en cinco hojas, se las entregó hace décadas, un 14 de enero de 2001, al historiador Felipe Domínguez Zamorano con el objetivo de que –cuando este último decidiera– se hicieran públicas para que las nuevas generaciones tuvieran una visión sobre lo que los extranjeros como él tienen de la ciudad y el mundo.
Asimismo, Parrish planteó sus serios reparos a la forma en cómo se ha llevado a cabo la guerra contra las drogas en Colombia y los desastres que ha traído.