Haber formado parte del grupo de científicos de la Clínica de La Mujer de Santa Marta que recuperó la salud de una paciente infectada con el coronavirus, ha sido para la médico samaria Andrelena Solano Gámez, una de las satisfacciones más grandes en su corto ejercicio de su profesión.
Hace 7 meses, esta joven de 24 años, recibió su título como médico general de la Universidad del Norte de Barranquilla y aunque sabía que su misión era salvar vidas y ayudar a la humanidad, no pensó que le tocara así, tan pronto.
'Esta pandemia ha sido un reto, un desafío y una experiencia que quizás no pensé vivirla tan de cerca', anotó.
'La COVID-19 cambió todo'
Considera que no ha sido fácil, porque la dinámica del servicio varió de un momento a otro, pues la COVID-19 llegó para cambiar muchas cosas. 'Esto nos debe enseñar a que no debemos tomar las medidas cuando tenemos al monstruo encima', precisó.
Sostiene que ha sido duro y hasta un poco complejo afrontar la pandemia porque además del autocuidado (lavarse las manos, no pasárselas por la cara, distanciamiento social y otros), 'los trajes que tenemos son fastidiosos'.
Sin embargo afirma que pese a ello, 'la medicina es la única profesión universal que en todas partes sigue los mismos métodos, actúa con los mismos objetivos y busca los mismos fines'.
La doctora ‘Andre’, como con cariño le llama, confiesa que esta tarea, que de un tiempo hacia acá está cumpliendo, le ha generado insomnio. 'A veces me cuesta dormir y conciliar el sueño', anotó.
Pese a ello, diariamente se levanta con más ganas de ir a la clínica, convencida que de la mano de Dios sus pacientes mejorarán su salud. Por eso no cesa de repetir que 'estudié esta carrera por amor y convicción porque sé que tengo que ayudar al prójimo'.
Es de las que considera que para ser un gran médico hay que entender de almas, para entonces poder entender los cuerpos.
Llegar a su casa tras una jornada laboral implica otro proceso al cual ya se acostumbró el ingeniero industrial Andrés Arias, su pareja y quien es la persona le da la fuerza para que no desmaye en esta emergencia.
Perdió el sueño
La doctora ‘Andre’, como con cariño le llaman algunos, confiesa que esta tarea que de un tiempo hacia acá está cumpliendo, le ha generado insomnio.
'A veces me cuesta dormir y conciliar el sueño', anotó.
Pese a ello, diariamente se levanta con más ganas de ir a la clínica, convencida que de la mano de Dios sus pacientes mejorarán su salud. Por eso no cesa de repetir que 'estudié esta carrera por amor y convicción porque sé que tengo que ayudar al prójimo'.
Es de las que considera que para ser un gran médico 'hay que entender de almas, para entonces poder entender los cuerpos'.
Andrelena sostiene que esta experiencia de la pandemia le ha hecho sentir el valor que tiene la vida y el que tiene su profesión, de la que dice no solo es solo aplicarla como la ciencia y con la tecnología, sino con la palabra, porque 'ésta también sana'.