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A pesar de que el paro nacional del 21N dejó, en algunas ciudades, disturbios y millonarios daños, en Barranquilla los manifestantes dieron ejemplo al país de paz y tranquilidad.

La movilización en la ciudad del pasado jueves fue una de las más pacíficas y esto se debe a múltiples razones, según expertos, que van desde la victoria del Junior hasta explicaciones más razonables como el hecho de que Barranquilla nunca ha sido 'guerrerista', ni en tiempos de sangre y agitada violencia.

Barranquilla, 'islote de paz'. Una de las protestas más grandes que tuvo lugar en Barranquilla fue la del 9 de abril de 1948, tras la muerte de Jorge Eliecer Gaitán.

El ‘Gaitanazo’ en Barranquilla, según registros históricos, se vivió por tres días en los que sí hubo disturbios. Muchos barranquilleros, tras escuchar la noticia de la muerte de Gaitán, se lanzaron a las calles e incendiaron la iglesia de San Nicolás, ubicada en el Centro Histórico.

Los mismos datos dan cuenta de que desde la Independencia hasta el ‘Gaitanazo’ no se registraron grandes movilizaciones en la ciudad.

Años después, Barranquilla participó en varias movilizaciones, también pacíficas, como las protestas de 1957 cuando pedían la caída del general Gustavo Rojas Pinilla, la de 1970 convocada por estudiantes de la Universidad del Atlántico, la del paro cívico nacional de 1977 en contra del gobierno de Alfonso López Michelsen e, incluso, más recientes como la que un joven barranquillero impulsó en 2008 en contra de las Farc.

Analistas consultados por EL HERALDO coinciden en que el comportamiento pacífico de Barranquilla en las manifestaciones ha sido histórico.

'La única guerra como tal que ha habido en Barranquilla fue en 1815 y duró menos de un día, entre las 6 y 11 de la noche el 25 de abril. Fue cuando Pablo Morillo mandó a Valentín Capmani que se tomara Barranquilla a sangre y fuego si no se vendía'.

Incluso, aún en tiempos de guerra bipartidista, EL HERALDO registró el 3 de julio de 1951 una columna de Ramón Manrique titulada ‘Barranquilla es un Islote de Paz’, en la que el autor exponía que en la escogencia de las amistades, a los barranquilleros les 'importa muy poco que fulano sea liberal o conservador, a trueque de un mutuo respeto a las ideas contrarias'.

Además, Manrique citó un anécdota que se sigue evidenciando en Barranquilla, aún 68 años después: 'En la mesilla del café, todos unidos, godos y rojos, comentábamos regocijadamente las incidencias del torneo'.

La victoria del Junior

Un día antes del 21N, barranquilleros le dijeron a este medio: 'No me hables del paro, primero háblame de Junior'. Según el historiador y politólogo Alejandro Blanco, la victoria del ‘tiburón’ pudo haber incidido en el comportamiento de los barristas que participaron en la protesta del pasado jueves.

'No es mentira que la ciudad está contenta cuando el equipo gana y posiblemente pudo ser un incentivo que permitió que los barranquilleros salieran contentos a marchar', expresó Blanco.

El también profesor de la Universidad del Atlántico refirió que si hubo algo que caracterizó esta marcha en la ciudad fue la 'profunda alegría con la que el pueblo se manifestó'.

Durante la movilización en Barranquilla, el fandango, la cumbia y la pulla, entre otros ritmos del Caribe, se escucharon en la ‘Carnavalada Popular de Protesta’, como se le llamó a la manifestación que partió desde el Rincón Latino en el corazón del barrio Rebolo.

En este sentido, otro historiador puso de presente que el hecho de que en esta ciudad haya un carnaval incide en la manera de protestar.

'Una vez al año, durante 3 o 4 días, Barranquilla se congrega para sentirse un solo cuerpo. Hay otras ciudades que no tienen carnaval y esto influye. Los pueblos, según Erick Fromm, necesitan tiempos, unas fechas bacanales para que cada uno se sienta parte del todo', relató.

Una marcha sin color. Otra de las particularidades del 21N en el país, pero en especial en Barranquilla, fue la ausencia de tintes políticos.

Para el politólogo y profesor de la Universidad del Norte Carlos Guzmán la expresión pacífica de la ciudad no puede relacionarse ni con los hechos electorales ni con la tradición política de Barranquilla.

'Desde mi perspectiva, no podemos asociar la marcha de ayer (jueves) con lo sucedido en el plebiscito por la paz. Muchos de los que marcharon en Barranquilla seguramente votaron por el no y también participaron los que votaron por el sí. Explotar políticamente esta movilización sería errado y equivocado', puntualizó Guzmán.

Además recalcó que, con algunas excepciones, la movilización en el país fue pacífica. Sobre Barranquilla, dijo que la ciudad demostró que está 'fortaleciendo y construyendo una cultura política en torno a las expresiones de no violencia'.

Pacto de no violencia

Otra de las razones que los analistas manifestaron sobre el comportamiento pacífico de Barranquilla durante el 21N fue el pacto de no violencia de los estudiantes de la universidad pública con los de las privadas.

Blanco refirió que para el paro universitario de semanas anteriores, los estudiantes de la Universidad del Atlántico y de las universidades privadas acordaron la participación conjunta si había un pacto de no violencia.

 'Ese fue un gran catalizador de la violencia en Barranquilla. Los estudiantes se dieron cuenta que había mucho más apoyo de la sociedad civil si no había brotes de violencia'.

Por su parte, Fabián Salcedo manifestó que como estudiante reconoce que 'la lucha se debe hacer de forma pacífica'. Agregó que si bien 'hay personas que acuden a vías de hecho, se les respeta, pero eso no recoge el sentir de todos los estudiantes'.

Además, el profesor de la Universidad del Atlántico destacó la existencia de 'espacios de diálogo entre las autoridades, la sociedad civil, el gobernador y las organizaciones sociales y sindicales que tuvieron participación en el puesto de mando unificado, PMU'.