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Me Quejo tiene una loma que podría ser escenario de maniobras para los bicicrosistas. Comienza en la carrera 26C1 con 79B, en la última calle de El Silencio, y serpentea hasta lo más profundo del barrio con nombre de lamento.

Son al menos cuatro obstáculos los que desafía. Tres de ellos son desniveles abismales que están en el cemento y el último es el sol del mediodía.

Por eso, Andreína Parra lleva paraguas y respira profundo antes de subirla.

Los carros transitan con cuidado y las motos terminan saltando.