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En los documentos religiosos que relatan la vida de Santa Lucía aparece que fue una mujer perseguida por Pascasio, un gobernante de Siracusa que quería apartarla de su condición de servir a Dios. El acoso, según los pasajes históricos, fue tan terrible que este individuo dispuso de un grupo de soldados para que acabaran con ella, pero ni quemándola fue posible.

Esta historia parece repetirse en la actualidad con la iglesia que lleva el nombre de la Santa y se encuentra en el corregimiento de Arroyo de Piedra, en Luruaco (Atlántico). El templo se quemó por completo por un cortocircuito. Solo quedaron sus paredes y las imágenes tiznadas, pero con todo y eso hoy sigue siendo utilizado por los pobladores para la celebración de las eucaristías.

La iglesia lo perdió todo: 26 bancas de madera, 125 sillas plásticas, un equipo de sonido, los vitrales de 10 ventanas, el altar en mármol y 21 abanicos. Además de las 6 figuras en yeso de los santos.

Danis Medina Mecino es colaboradora de la parroquia de Arroyo de Piedra desde hace 7 años. Pertenece a uno de los 8 grupos de oración que están repartidos en los 6 sectores de la comunidad católica del corregimiento.

La mujer recuerda que desde que se quemó la iglesia el pasado 3 de febrero solo fueron 15 días los que se dejaron de oficiar misa allí. La orden la dieron las autoridades del municipio ante el riesgo de un desplome de la estructura.

Explica que luego del incendio utilizaron algunos espacios para oficiar misas, pero, con el paso de los días, el templo fue reabierto al público el Miércoles de Ceniza y desde ese momento no lo han cerrado. Después de esto, afirma Danis, empezaron a llegar 'bendiciones' al pueblo.

Primero, dice, recibieron la visita del Arzobispo de la Arquidiócesis de Barranquilla, monseñor Jairo Jaramillo, y este les llevó la buena nueva de que iban a tener el grado de parroquia. Segundo, a pesar de que el templo está destruido fue nombrado un párroco de planta, para que el padre de la iglesia de Luruaco no viajara todos los días a oficiar las eucaristías.

'Como a los 20 días que se incendió la iglesia llegó el padre nuevo. Nosotros veníamos oficiando las misas en una caseta de Carnaval que se llamó ‘El Chikunguña’, pero el párroco dijo que nos regresábamos para el templo quemado y que allí se iban a celebrar las eucaristías. Nos tomó por sorpresa, pero le hicimos caso', cuenta Medina.

La imagen guardada. A dos cuadras de la iglesia destruida vive Norma Esther García. Ella también es colaboradora casi de 'tiempo completo' de las actividades religiosas.

Su tristeza no se esconde cuando le hablan de la conflagración de febrero. De ese momento recuerda que los vecinos, luego de que los bomberos de poblaciones cercanas apagaran las llamas, corrieron a llevarle algunas cosas 'carbonizadas', como la campana, un cristo y el torso de madera que quedó de Santa Lucía.

'La gente con dolor me la trajo (la virgen). Desde ese día la guardo y no la he botado porque la comunidad me dice que sobre esta base debe hacerse la nueva. Esa decisión no es mía sino del padre nuevo', indica Norma.

Ella sostiene que la Santa es patrona de la 'vista' debido a una leyenda que decía que, cuando Lucía estaba en el tribunal, aun sin ojos, seguía viendo. También es patrona de los pobres, los ciegos, de los niños enfermos. Además es patrona de los campesinos, electricistas, choferes, fotógrafos, afiladores, cortadores, cristaleros, sastres y escritores.

Piensa que lo mejor es que la iglesia la tumben por completo para que levantar una nueva estructura. 'Ojalá antes del 13 de diciembre, el día de Santa Lucía', recalca.

El nuevo visitante. A quien Danis y Norma se refieren es al padre Marco Tulio Andrade, que, por solicitud de la Arquidiócesis de Barranquilla, fue trasladado a Luruaco desde la Arquidiócesis de Santa Fe de Antioquia.

Después de salir de su tierra, el párroco trabajó en la ciudad de Cartagena y allí reconstruyó las iglesias de Fredonia, San Martín de Porres, San Miguel Arcángel, Santa María de los Ángeles, San Juan Bautista y Nuestra Señora de la Esperanza. Así se ganó el apodo del 'padre de sotana negra', dijo.

En diálogo con EL HERALDO, dice que su misión en Arroyo de Piedra no es reconstruir el templo sino 'construirlo nuevamente' para el beneficio de los pobladores.

Cuenta que la decisión de irse nuevamente para la iglesia, a pesar de las restricciones de las autoridades, la tomó porque esa es la 'casa de Dios' y debe 'trabajarse con lo que se tenga'.

Para la celebración de las misas, explica Andrade, 'hemos traído de otras parroquias algunos elementos'.

Las eucaristías las celebran todos los días, pero de madrugada y en la noche 'porque en el día con el sol es insoportable', señala.

En cuanto a la comunidad, el padre Andrade precisa que 'la gente ha sido muy querida debido a que es la primera vez –en 80 años de construida la iglesia– que tienen un cura de planta. Como nunca han tenido un párroco, para ellos mi llegada es una novedad. Y no quieren que uno se aburra. Temen que con las incomodidades uno se vaya. Les he dicho que estoy animado'.

Por eso, durante la Semana Mayor el párroco programó todos los servicios tradicionales. Después del domingo de Resurrección, de acuerdo con Andrade, las ruinas serán demolidas para darle paso a la nueva estructura. Su idea, dice, es que con el 'apoyo' de la empresa privada y de personas de 'buen corazón' Arroyo de Piedra tenga su 'milagro' antes del día de su santa patrona.

Patrona en varios países

Estiman que Lucía nació en Siracusa, Italia, en el 281 D.C. Esta era una importante ciudad griega que fue tomada por los romanos en el 212, por ser una de las más importantes de la provincia de Sicilia. El cristianismo había llegado a través del obispo Marciano, enviado por San Pedro. Sobre la historia de Lucía, los libros señalan que Pascasio le dijo: 'Te llevaré a un lugar de perdición, así se alejará el Espíritu Santo'. El gobernante llamó a los soldados para llevar a Lucía a un prostíbulo, pero no pudieron. Luego hizo que bueyes la arrastraran, y tampoco lo logró. Convencido de que Lucía era una ‘bruja’ dispuso quemarla, pero las llamas no le causaron daño. Entonces decidió decapitarla. Antes de morir, ella anticipó a los habitantes que observaban el acto que la persecución contra los cristianos 'finalizaría' y 'llegaría' la paz para la Iglesia. Su muerte ocurrió el 13 de diciembre de 304. La veneran en Suecia, Dinamarca, Finlandia y Colombia.