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Tres aves de carroña hacen ronda en lo alto de la iglesia de San Roque y se apoyan sobre los picos neogóticos del templo, en donde cascarones rotos indican que no son los únicos que habitan bajo las tejas fracturadas de la estructura -que cada vez son más- y que amenazan con aumentar el número de filtraciones con la llegada de la temporada invernal.

Buen número de las cruces rojas que están en el filo del techo de la edificación como símbolo de fe también se han caído y pese a que las fuertes brisas y el peso de las aves de rapiña han incidido en el quiebre de las piezas, el párroco Mario Álvarez reconoce que la verdadera causa es la falta de mantenimiento.

'La bomba de tiempo más grande que tiene el templo es la torre, pero en general todo está en pésimo estado. Hay que valorar más la memoria histórica. Trabajamos con recursos propios, pero no vemos interés de las autoridades para restaurar lo dañado. Tenemos la esperanza de que con la construcción de la plaza esto mejore, pero hay que comenzar por aquí, porque si no recuperan la iglesia, no estamos haciendo nada', sostiene el párroco del templo ubicado en la calle 30 con carrera 36.

Desde las grietas en los muros, hasta la humedad en las bóvedas hacen parte de las señales de deterioro más evidentes de la parroquia del patrono de los pobres, sin contar las que se esconden en la parte superior, como el espacio en el que años atrás funcionaba un enorme reloj, que iba a ser retirado luego de que el sistema se dañara, fue sellado con trozos de madera.

A su suerte, en 'las manos de Dios' y a expensas de la fe ha quedado esta edificación reconstruida hace 114 años por el ingeniero holandés Antonio Stoute, luego de que el 1o. de enero de 1867 el techo del templo se derrumbara.

Según el recuento histórico de la iglesia, tras buscar las causas del desplome del tejado, el sacerdote Rafael Ruiz dedujo que el hecho había sido un 'mensaje de Dios para que los fieles se arrepintieran de su rebeldía'.

Esta no es la única casa de Dios en esas condiciones. En la iglesia San José, Sagrado Corazón de Jesús y Nuestra Señora de Chiquinquirá, la situación no es distinta. Sin embargo, esta última goza de un estado excepcional en su interior, aunque detalles claves como el funcionamiento de las campanas y el reloj están en el olvido por falta de apoyo económico para la financiación de su arreglo.

En San José, urge la restauración de la imagen del patrono, evidencia de que la misericordia de los fieles no es suficiente para mantener en pie estas obras de valor patrimonial.

Parroquia Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá

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Aunque todavía es considerada un monumento en materia de mampostería, el poco apoyo del Estado que recibe esta edificación, ubicada en la calle Murillo con carrera 30, data desde el Gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla, que entregó para el desarrollo de la obra el hierro que se 'estaba oxidando en la terminal de Barranquilla' para construir la cúpula y la cripta y todavía le faltan detalles para mejorar, como poner en funcionamiento el reloj de la torre. Esta fue la cuarta parroquia de Barranquilla, creada en honor a la Virgen del Rosario de Chiquinquirá, su construcción inició el 15 de julio de 1945 –tardó dos décadas– y estuvo a cargo del arquitecto y hermano claretiano español Vicente Galicia, quien mezcló los estilos romántico y gótico a través de molduras y vitrales.

De acuerdo con el misionero claretiano José Gilberto Franco, la inversión económica en el mantenimiento anual la hace la comunidad claretiana y los feligreses. Las brisas provocan remolinos que suben las basuras hasta las torres, lo que exige una limpieza periódica para que en época de invierno no se desborde el agua e inunde la iglesia. 'Este edificio quedó mucho tiempo deteriorado por el tiempo y el salitre ya que no hicieron ningún arreglo porque pensaban que con el paso del Transmetro aquí iba a quedar una estación. El año antepasado pintaron la fachada. Cuando termine la Semana Santa iniciamos una campaña para restaurar 68 bancas. Estamos empeñados en restaurar el reloj porque en Barranquilla hay pocos relojes públicos y el reloj va cronometrado con las campanas', explicó el misionero.

Iglesia Sagrado Corazón de Jesús

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Según relatan residentes del Barrio Abajo como Teresa Orellano, vecina de la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús desde hace 40 años, dos décadas atrás este templo ubicado en la carrera 53 con calle 48 parecía una 'tacita de té'. Sin embargo, el desgaste del estructura se hace evidente en el resquebrajamiento de las placas de concreto, la caída de la pintura de amarillo mostaza que recubre la fachada y el óxido de las rejas que la protegen de la entrada de ladrones.

'Ella está destruida, por dentro los techos están cuarteados y se ven las varillas, todo está así, me da miedo entrar a misa y que al sentarme en las bancas de pronto me caiga un pedazo de cemento. El Señor no tiene la culpa de que le tengan su casa así', sostiene la feligrés que reconoce que en este caso la fe no basta para mantener en reluciente la iglesia.

Saltan a la vista detalles que requieren restauración como las grietas en los muros, la malla de hierro al descubierto, las molduras raspadas.

Iglesia San José

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Esta estructura ubicada en la calle 39 con carrera 38, que inició como una capilla provisional construida en 1912 por la comunidad jesuita a su llegada a la ciudad, se convirtió en el imponente templo en el que 102 años después ni la escultura de su patrono, San José, se ha salvado del olvido, pues la imagen que desde lo alto de la edificación recibe a los feligreses está incompleta.

Según moradores del sector como Josefina Rodríguez Ariza, hace cinco meses la 'varita del santo' desapareció de un momento a otro. 'Nadie sabe qué pasó con ella, si se cayó o se la robaron', explicó la barranquillera que desde hace 18 años trabaja como comerciante informal frente a la iglesia.

Rodríguez relata que ha sido testigo del deterioro paulatino de la edificación en la que desde hace casi dos décadas no casan, ni bautizan. 'Sin piedad, han dejado acabar la iglesia', dijo.