Los esfuerzos hechos por médicos le daban una corta expectativa de vida a la joven indígena Teresa Uriana. Agotados los esfuerzos su esposo, Víctor José Royeth y otros familiares, quisieron cumplir con uno de los últimos deseos: ser trasladada a La Guajira, su tierra natal, sin embargo, esperando su traspaso a una clínica en Riohacha falleció.