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La carne es uno de los ingredientes comunes en el menú de los hogares guajiros, incluso en el desayuno la incluyen y se prepara de diversas maneras, acompañada con arepa asada, yuca o bollo.

Molida, asada, frita o en bistec, son las formas más apetecidas por los amantes de los sabores que tienen los diferentes cortes de carne, los cuales son comprados principalmente en el mercado, las carnicerías, las tiendas y desde hace algunos años también en los grandes supermercados.

Sin embargo, hace exactamente ocho meses, en Riohacha y otros municipios guajiros se ha generado un mercado ilegal de la carne, que se inicia con el sacrificio clandestino de las reses incumpliendo todas las normas sanitarias, ya que se hace en los patios de algunas casas y potreros donde las condiciones son totalmente insalubres y precarias.

Hasta allí llevan las reses que son compradas en las fincas de la región y posteriormente en el piso, con solo un cuchillo, realizan el despiece del animal, sacando las patas, lomo, pescuezo, las costillas, el hígado, la cadera, el rabo, los intestinos y, en fin, todas las partes que son comercializadas.

Después, los llamados ‘firmadores’ la llevan a los lugares de expendio, donde es adquirida por el consumidor final.

Quienes realizan estos sacrificios ilegales y sin ningún control son, en su mayoría, extrabajadores de la Planta de Beneficio Animal o matadero de Riohacha, la que fue cerrada desde el 26 de enero de 2018 por la Corporación Autónoma Regional de La Guajira, Corpoguajira, y el Invima, entidades que argumentaron el incumplimiento del Decreto 1.500 de 2007, a través del cual se crea el Sistema Oficial de Inspección, Vigilancia y Control de la Carne, Productos Cárnicos Comestibles y Derivados Cárnicos, destinados para el Consumo Humano y los requisitos sanitarios y de inocuidad que se deben cumplir en su producción primaria, beneficio, desposte, desprese, procesamiento, almacenamiento, transporte, comercialización, expendio, importación o exportación.

Uno de estos exempleados, quien pidió la reserva de su identidad, aseguró que a pesar que están conscientes de que están matando a los animales sin ninguna verificación, ni control sanitario, es la única manera que tienen como ganarse la vida, después de haber quedado sin trabajo con el cierre del matadero.

 'Allí había unos 30 trabajadores directos y otros 35 indirectos que generaba la planta, los cuales nos hemos quedado sin empleo', precisó.

Explica que en el matadero trabajaba el que recibe le animal, el que lo limpia, el que le corta las patas, la cabeza, el que lo arregla, hay quien lo pica y el que lo pone en el canal para ser transportado a los lugares de venta. 'Todo este proceso debe ser verificado por las autoridades, lo cual no se está haciendo en estos momentos', afirmó.