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Los casos de abusos y actos sexuales contra menores de edad siguen siendo un flagelo para el país, así como para Barranquilla, su área metropolitana y el departamento del Atlántico. Incluso las cifras que llevan las autoridades podían estar por debajo de la verdadera estadística, esa que no se conoce y tal vez nunca se conocerá porque muchos actos no son denunciados por miedo, amenazas, intimidaciones o retaliaciones.