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Como si se tratase de otro país con idiosincrasias distintas, o de un nuevo mundo en el que no tenían ningún lazo emocional, así despertaron las dos pequeñas que fueron intercambiadas involuntariamente al nacer en un hospital de Barranquilla, y ahora 6 años después abren los ojos en el hogar donde quizá debían haber estado desde un principio.