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Un establecimiento comercial que en su fachada ofrecía arreglos florales ocultaba en su interior algo que jamás los habitantes del barrio Normandía, en Bogotá, se imaginaron.

Las labores de inteligencia lograron establecer que en realidad en ese local funcionaba un taller artesanal que ensamblaba todo tipo de armamentos, entre ellas ametralladoras y lanzagranadas.

La Fiscalía General de la Nación pudo establecer que el local pertenecería al denominado ‘gurú’ de las armas: Carlos Alberto Zuluaga Arroyave, un señalado de ser uno de los mayores fabricantes y traficantes de armas de fuego para las organizaciones criminales.