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Diana* cuenta que todos los días se levanta en la madrugada para preparar los alimentos con los que se 'rebusca'. Hace sus tintos, alista los panes y los fritos desde su cocina en la casa del barrio Las Nieves, suroriente de Barranquilla, en donde reside hace un tiempo con sus tres hijos, de 12, 11 y 8 años.

El pasado 22 de febrero la mujer escuchó la alarma y supo que la jornada había comenzado. Eran las 4:00 de la mañana cuando salió a trabajar, dejando a los pequeños durmiendo; sin embargo, no estaban solos, pues en otra de las habitaciones dormía quien era su pareja y padrastro de los menores.

'Yo salí ese martes, y regresé a eso del mediodía. Apenas entré vi a los dos niños, el de 12 y el de 8, muy bravos y me dijeron que la niña, la de 11, tenía que contarme algo malo, algo que le había pasado, algo que le había hecho Edwin', explicó Diana.

Ella fue al cuarto de su hija y la encontró llorando. Una pregunta y una respuesta bastaron para que todo se desmoronara.

—Mi amor, dime ¿qué te pasó?—, preguntó la mujer.

—Mami, él abusó de mí—, respondió la menor.