Desde hace varios años, el barrio las Nieves de Barranquilla viene siendo foco de la proliferación de alcohol adulterado en al menos tres departamentos de la región Caribe colombiana.
El popular 'cococho', producido de manera clandestina, no solo ha generado dividendos a las organizaciones delincuenciales en el suroriente de la capital atlanticense que mueven hasta mil botellas de licor en un fin de semana, sino que también ha devengado para Barranquilla varias muertes en los últimos 15 años.
De hecho, en 2004, el Día de la Madre se registraron al menos 14 muertes y cinco personas en delicado estado de salud por el consumo de este tipo de bebida que, según los expertos, es altamente tóxica.
Desde entonces, las autoridades del Atlántico han venido aunando esfuerzos por contrarrestar el próspero negocio ilegal en la ciudad.
El golpe más reciente fue el pasado 18 de noviembre, cuando inició el proceso de judicialización de 10 hombres y mujeres señalados de hacer parte de una red de tráfico de licor adulterado en Barranquilla; esto luego de que fueran capturados por la Dijín (Dirección de Investigación Criminal e Interpol) de la Policía, en coordinación con la Fiscalía General de la Nación.
Las aprehensiones, según informó la Fiscalía, fueron el resultado de 14 allanamientos realizados para dar cumplimiento a las órdenes de captura emitidas por un juez de la República, luego de al menos un año y medio de investigación.
Tales indagaciones, además de permitir la desmantelación de la supuesta banda de delincuentes, dieron luces en cuanto al modus operandi de las redes de tráfico de licor adulterado en la costa Caribe colombiana.
Una familia. Como resultado de los esfuerzos de las autoridades fueron capturadas Rosa Elvira Moreno Hueto, señalada como líder de la organización; y Estela Margarita Acosta Fernández, supuesta distribuidora de materia prima y licor adulterado.
Junto a ellas aprehendieron a Álvaro Antonio Castellanos Velandia, Edwin José Charris Jaramillo, Sergio Luis Sandoval González, Gustavo Osorio, Vladimir Charris Mancilla, Jaime Rafael Martínez Rodríguez, John Peter Castro Hernández y Jaime Alfonso Barrios Orellano, a los que la Fiscalía señaló como proveedores de botellas, litógrafos, fabricantes de estampillas y licor adulterado en Barranquilla.
De la supuesta empresa criminal, la Fiscalía informó que la mayoría hacen parte de un mismo núcleo familiar y que varios tendrían antecedentes e incluso condenas por delitos relacionados con tráfico de licores.
'Entre hermanos y primos se repartían las funciones al interior de la red. Mientras unos se encargaban de la producción de licor adulterado en improvisados alambiques, otros diseñaban y empacaban la mezcla', aseguró la Fiscalía en un comunicado en el que además aseguró que su accionar delictivo tendría injerencia en los departamentos de Atlántico, Cesar y Magdalena.
La directora encargada de Fiscalías en el Atlántico, Claudia López Duncan, se refirió al caso asegurando que la fabricación de licor adulterado en Las Nieves es una situación de conocimiento público que se presenta de antaño. 'Ya puestos ante los jueces con unas medidas de aseguramiento, garantizaríamos unas festividades más en esa zona sin licor adulterado', aclaró.
La investigación. Durante las pesquisas, los investigadores se sumergieron en las amargas aguas del licor adulterado y llegaron hasta el corazón del negocio ilegal hasta lograr identificar cómo funciona la red en la ciudad.
Una fuente de entera reserva, pero cercana al caso, informó a EL HERALDO que con las indagaciones se pudo establecer que el negocio se habría fortalecido con el accionar delictivo de un hombre de apellido Acosta, que tendría anotaciones judiciales desde el año 2000 por participar en el mencionado negocio ilegal.
Acosta –que no pudo ser capturado en los allanamientos– sería un reconocido pionero de la fabricación de 'cococho' en Las Nieves y quien habría inducido a su hermano, sobrina y otros allegados a la empresa delictiva, quienes posteriormente habrían fortalecido sus propios negocios satélites.
Los negocios solían operar a cualquier hora del día, pero a raíz de la ofensiva de la Policía y las frecuentes redadas, los delincuentes habrían optado por trabajar en sus fábricas clandestinas únicamente en horas de la noche y la madrugada; sin embargo, esto no habría 'pasmado' el negocio, sino que le dio un giro: ahora trabajan por pedidos.
Si hay fiesta, son entre 10 y 40 cajas de licor adulterado de distintas 'marcas' las que les encargan a los fabricantes, quienes reciben los pedidos con máximo dos días de anticipación y trabajan en turnos nocturnos para concretar las entregas.
Contrario a lo que se pueda considerar, las investigaciones determinaron que fábricas clandestinas de licor adulterado no suelen funcionar en bodegas, sino en apartamentos y habitaciones alquiladas en el barrio La Nieves y en algunos sectores de Soledad.
En esas viviendas no hay camas, ni electrodomésticos, tampoco viven familias; solo son habitadas cuando cae la noche y los fabricantes de 'cococho' entran a 'turno' para hacer los 3.000 litros de licor que llegaban a vender por fin de semana.
Con ese licor podían distribuir unas 13.800 botellas de 750ml que tendrían un costo de aproximadamente $220.000.000, según investigadores.
La fabricación. En las habitaciones y patios de las fábricas improvisadas almacenan la materia prima para 'chivear' el licor.
El principal elemento usado, según fuentes, es el alcohol etílico que compran de una empresa regional de etanoles y al que los señalados criminales se referían como 'grasa', 'agua' o 'lata'.
El alcohol, afirman investigadores, lo vendía y transportaba una mujer relacionada con la empresa que conocía el destino de la sustancia y que podía llegar a hacer entre cuatro y seis viajes de al menos 20 pimpinas de 40 y 70 litros hasta Las Nieves y La Manga para la fabricación del 'cococho'.
Para preparar el licor, el alcohol lo mezclaban con colorantes, esencias y agua dosificada en baldes, canecas y ollas en condiciones de salubridad no aptas.
Este proceso es muy preciso, tanto así que un ligero cambio en la mezcla puede generar efectos mortales e incluso malos para el negocio. Así se pudo constatar en los audios, producto de intrceptaciones a los capturados, que reveló la Fiscalía esta semana (ver recuadro).
Luego, la mezcla era filtrada con medias veladas y, utilizando mangueras, la envasaban en botellas recicladas que compraban incluso en los bares y estancos de la zona.
Este medio pudo conocer que una botella, dependiendo de las condiciones en las que se encuentre y la marca del licor que envase, puede llegar a costar entre $500 y $2000.
Luego de envasar, con una máquina, le ponían los dosificadores o 'chupos' a las botellas, los cuales adquirían por aparte en sacos de hasta 800 unidades.
En el proceso que trabajarían los capturados también incluía, de acuerdo con fuentes judiciales, la fabricación y utilización de estampillas (corbatas), etiquetas (pechos) y etiquetas de cuello de botella (cuellos) que eran realizadas por los señalados litógrafos de la empresa criminal.
Asimismo, para hacer pasar el anillo de seguridad de las botellas, utilizaban anillos reciclados que pegaban y luego cubrían la grieta con la estampilla para que luciera legal.
El tráfico. Según un investigador, algunos de los capturados estaban encargados de comercializar el licor y esto lo hacían de una manera bastante sutil.
Una persona, hombre o mujer, sale a la terraza de alguna vivienda y se sienta allí con una sola botella de licor que ubican en el suelo cerca de ellos. Allí, por varias horas, el vendedor estaría simulando tomar el licor y levantándolo por encima de su cabeza, de manera sutil, para llamar la atención de los clientes que, en su mayoría, conocen el negocio.
Pero esa no era la única modalidad de comercialización que utilizaban los señalados fabricantes de licor adulterado. De otros municipios y ciudades también les solicitaban licor, por lo cual hacían envíos por encomiendas vía terrestre y cuyos pagos recibían a través de una empresa de giros.
También, dentro de su 'portafolio de servicios', los capturados ofrecerían la posibilidad de trasladarse a la ciudad donde era solicitado el 'cococho’, dependiendo de la cantidad de licor que encargaran.
Cuidado. Con la llegada de las fiestas decembrinas el consumo de licor suele aumentar en todos los estratos socioeconómicos y con ello los casos de intoxicación e incluso muerte por la ingesta de bebidas alcohólicas adulteradas.
Es por ello que la Policía aconseja incrementar los cuidados y la prevención a la hora de comprar este tipo de bebidas, pues en ocasiones personas inescrupulosas hacen pasar el 'cococho' por bebidas legales.
La principal recomendación es que el licor sea comprado en sitios de confianza y que, luego de su consumo, se rasguen las etiquetas, se destruyan las tapas y no se arrojen las botellas a la basura convencional.