Las ventanas de la edificación de la Estación San José siguen rotas, el alambre de púa sobre la pared blanca para impedir el acceso al lugar está corroído y dañado, del roble morado frondoso sembrado en el centro de la pequeña plaza hoy solo queda un tronco seco rodeado de algunas flores artificiales sucias, la banca de cemento que quedó partida está arrimada a un lado como un mal recuerdo de aquella fatídica mañana del 27 de enero de 2018.
El tiempo parece haberse detenido en el lugar dónde hace una año un estruendoso ruido anunció la tragedia que devenía.
Yossimar, Yamith, Anderson, Willy, Fredy Echeverría y su tocayo de apellido López realizaban la formación aquel sábado para recibir las instrucciones del comandante para la jornada de patrullaje cuando perdieron la vida víctimas de un cobarde atentado terrorista. Murieron enfundados en el verde oliva al que juraron honrar.
El muro donde explotó uno de los artefactos fue resanada y sobre ella el rostro imponente de Jesús de Nazareth con ojos azules y barba castaña vigila los rostros de los seis uniformados caídos 'Es es el universo y bajo la sombra del Redentor están los policías, es una manera de rendirles homenaje a ellos y a sus familias', contó Alfredo Rojano Llinás, vecino de un barrio cercano que realiza la obra voluntariamente.
Para Paola Solano, el mural es lo único nuevo del lugar, porque todo lo demás quedó sumado en el olvido.
'La gente ya no viene. Esto está desolado y sucio, las lámparas están dañadas y después de las 6 de la tarde nadie puede transitar por aquí debido a la oscuridad, los vecinos prefieren darse la vuelta que pasar por aquí. La inseguridad se ha apoderado del sector. Es triste el olvido en que hemos caído, pensábamos que después de lo ocurrido iba a mejorar la zona justamente para olvidar que fue un sitio de terrorismo y que se convierta en uno de paz', contó Solano, coordinadora del grupo cultural, recreativo y deportivo del barrio San José.
Las épocas de campeonatos futboleros domingueros son cosa del pasado, el balón de básquet ya no dribla en la cancha de cemento, las risas estrepitosas de los infantes que se columpiaban en el parque ya no se oyen, el lugar quedó en penumbra. La comunidad del barrio pide urgente intervención en el lugar.