Seguramente, hermetismo es la mejor palabra que se pueda usar para resumir el ambiente que rodea a la casa donde Enilce López Romero continúa con su periodo de condena. Es un lugar silencioso. Los pocos transeúntes que circulan antes de mediodía sobre la carrera 59 con calle 91 son amas de casa, pensionados y trabajadores de negocios cercanos.
Un poco más de 25 palmeras cubren la fachada de la residencia o el ‘búnker’ de la ‘Gata’, como es conocida la vivienda que tiene la exempresaria del chance en este sector.
Estos numerosos arbustos, además de mermar el inclemente sol que se posa entre las 11:00 a.m. y las 3:30 p.m., impiden una vista fácil hacia las ventanillas azules. Cercanas a los ventanales, se notan un par de cámaras que hacen caer en cuenta que el recinto está blindado por un circuito cerrado de televisión.
Es común que, en este vecindario estrato 6, el silencio se imponga y solo se escuche el cantar de los pájaros posados sobre los frondosos árboles y dichas palmeras.
Aunque por estos días también se escucha el ruido de una retroexcavadora y una volqueta conducida por los obreros que laboran en la canalización del arroyo de la calle 91. Sin embargo, desde que llegó López, proveniente del Cari, el silencio acostumbrado no es el normal.
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A los vecinos les incomoda que algún curioso se le acerque y le pregunte por la reconocida vecina. 'Hay otras cosas mucho más importantes que tratar, como la corrupción', expresó enérgicamente un abuelo.
Aunque otros, como los vigilantes de edificios aledaños, se atreven a conversar, pero detrás de los portones.
'No dejan que uno se acerque, si ven un carro al frente, los van quitando. Da miedo ser vecino de la ‘Gata’. Ella también tiene un pasadizo que la lleva al apartamento del edificio que se ve al fondo. Al frente, era una casa de eventos y ella la compró', aseguró un portero que tiene 20 años trabajando cerca del lugar.
Un adulto que podría pasar los 45 años supervisa sigilosamente desde un carro rojo que está parqueado en un callejón ubicado precisamente al frente de donde ingresan constantemente camionetas blindadas a la mansión. Apenas se abren estos portones, se alcanza a ver desde la calle un kiosko cubierto de palma, uno de los atractivos del hogar, además de una pequeña cancha de fútbol.
Dos camionetas más de color verde y modelo viejo sí se mueven alrededor de la manzana. Mientras que dos hombres a pie y de contextura gruesa cuidan el ingreso principal. Se dividen: uno queda en la puerta, y el otro observa desde la recepción de un edificio contiguo. Se calcula que cerca de 20 hombres con armas largas y cortas hacen parte del esquema de seguridad de la ‘Gata’.
'Mi familia tiene miedo, porque qué tal que le vayan a hacer un atentado y uno quede en el medio, o ver a esta gente armada. No me gusta pasar por ahí, trato de no hacerlo o cruzo la calle. El portero del edificio vecino me dice que mucha gente ha puesto sus apartamentos en venta, ya que no quieren sufrir de un posible caso de inseguridad', confesó una joven vecina.
Al llegar las 5:52 de la tarde, El ‘astro rey’ se va escondiendo detrás de las grandes paredillas de esta casa que ocupa media cuadra, tiene paredes construidas con cemento concreto, pero tienen como refuerzo unas platinas de acero.
Ya en la noche, el ambiente se vuelve más tenebroso, como de película de terror: las hojas de los árboles se desprenden de sus ramas, las aves despegan y las calles quedan solas y oscuras. Pero quien no está sola es Enilce López Romero.