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El juicio contra Donald Trump, el primero de carácter penal en la historia de Estados Unidos contra un expresidente (2017-2021), comienza mañana lunes con la selección del jurado, un momento que en otros procesos es un mero trámite pero en este caso ya tiene carga política.

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Trump se sentará en el banquillo por unos pagos irregulares de 130.000 dólares a la actriz porno Stormy Daniels para comprar su silencio durante la campaña electoral de 2016 y que no se airease una relación extramarital que el magnate tuvo con ella en 2006, cuando no había entrado todavía en política.

Los doce miembros del jurado, como es habitual en cualquier proceso judicial, deberán demostrar que no tienen literalmente prejuicios sobre el acusado ni ideas preconcebidas que puedan nublar su veredicto, algo difícil con una personalidad tan divisiva como Donald Trump.

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La selección del jurado puede llevar hasta dos semanas, en las cuales los potenciales miembros deben pasar el escrutinio de la defensa y de la Fiscalía, que investigarán por ejemplo si alguno de ellos ha participado como voluntario en campañas en favor o en contra de Trump, pero también por cuestiones más difíciles de calibrar como si sus sentimientos hacia el acusado pueden influir en sus decisiones.

El diario The New York Times aseguraba hace unos días que la Fiscalía prefiere a jurados con estudios universitarios, a los que se presuponen opiniones progresistas y más cercanas al Partido Demócrata, y por ende más severos hacia el expresidente republicano.

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Por el contrario, la defensa apostará por ciudadanos procedentes de cuerpos de seguridad como la policía y los bomberos -donde abundan las sensibilidades conservadoras- y hasta trabajadores de limpieza, así como personas que hayan tenido alguna experiencia negativa con el sistema judicial.

No es casual que el pasado 28 de marzo, el mismo día en que el Partido Demócrata reunía en Nueva York a Joe Biden, Barack Obama y Bill Clinton para un evento de recaudación de fondos, Trump optara por contrarrestarlos con su presencia en el funeral del agente de policía Jonathan Diller, muerto por un disparo a quemarropa en el enésimo incidente armado en la Gran Manzana.

Lea además: Ex ministro de Minas advierte que estamos cerca del racionamiento de energíaEn una ciudad en principio desafecta a Donald Trump -el Partido Demócrata siempre arrasa en Nueva York-, el tema de la inseguridad está siendo profusamente explotado por el candidato republicano, que no duda en vincular la violencia armada con la ola de inmigración y las políticas -de la ciudad y del país- de tolerancia con los recién llegados.