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Kabul comenzó este lunes una nueva era tras la caída del país en manos de los talibanes, con sus ciudadanos intentando continuar con sus vidas bajo el nuevo régimen, mientras los insurgentes patrullaban una ciudad sin mujeres a la vista.

Pese a la captura de la capital afgana por parte de los talibanes, la bandera nacional más grande del país, símbolo de orgullo para la nación que se levantó en las última dos décadas, continua izada en la cima Wazir Akbar Khan, como cualquier otro día.

A diferencia del domingo, que Kabul fue testigo de disparos constantes, algunos saqueos y focos de violencia, hoy la ciudad está en silencio, mientras combatientes talibanes patrullan la ciudad en vehículos militares o permanecen en puestos de control.