Las restricciones para evitar la expansión del virus a nivel global han tenido un fortísimo impacto en la sociedad, que tras un año de pandemia presenta disparidades más marcadas a nivel económico y social, con los obstáculos derivados de la crisis del turismo, el cierre de la cultura y el teletrabajo.
Una de las primeras medidas que se extendieron en marzo de 2020 fue el teletrabajo. Los llamados trabajos esenciales, como fábricas y supermercados, mantuvieron la asistencia dentro de lo posible, marcando una primera división en el terreno laboral.
A principios de 2021, el 77 % de los trabajadores de todo el mundo seguían perjudicados por medidas restrictivas, una cifra que en su punto álgido, en julio de 2020, llegó al 85 %, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
En su informe 'La COVID-19 y el mundo del trabajo', la OIT destacó el contraste entre la pérdida generalizada de empleo en los sectores más afectados (hostelería, restauración, arte, comercio minorista y construcción) y el alza en aquellos de prestación de servicios que requieren una elevada cualificación, como las finanzas o los seguros.
Aunque no todo han sido desventajas para las empresas. Un estudio de la sociedad estadounidense especializada en comunicación Twilio apunta que la pandemia ha acelerado en una media de seis años la transformación digital de las pymes.