Adam Schiff, la cabeza demócrata de la investigación contra el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, buscó en su juventud la gloria de Hollywood, pero como fiscal ha creado un guión de thriller.
Sus aspiraciones juveniles no llegaron a ningún lado, pero Schiff ahora está a punto de dar un golpe en la pantalla chica protagonizando su propio proceso legal: el juicio político contra el presidente.
Como presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, Schiff dará el miércoles el martillazo de inicio de la primera audiencia pública para determinar si Trump violó su juramento al cargo y la ley al buscar ayuda de Ucrania para su campaña de reelección de 2020.
En apariencia, pocos elegirían a Schiff, de 59 años, como el sabueso de los demócratas para derribar al líder republicano, que lucha con uñas y dientes para salvar su presidencia.
El congresista californiano que representa al centro de la industria del entretenimiento de Hollywood-Burbank parece más bien un párroco o un director de escuela primaria. Nunca levanta la voz, y rara vez se pierde en hipérboles.
Eso hizo que su indignación ante la noticia de las negociaciones de Trump con Ucrania en septiembre fuera aún más impactante.
La solicitud de un 'favor' que Trump le hizo en julio al presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, refleja 'una estafa típica de un tipo mafioso a un líder extranjero', dijo Schiff.
'Así es como habla un jefe de la mafia: '¿Qué has hecho por nosotros?''.
Trump ha respondido que Schiff le fabricó palabras, y ahora no pierde la oportunidad para etiquetarlo, sin ninguna prueba, como un 'político corrupto'.
En un tuit el lunes, Trump dijo que 'Schiff debe testificar por qué inventó una declaración mía'. También dijo que '¡el político corrupto Schiff debería ser investigado por fraude!'.
Sin embrago, el mes pasado cuando Schiff describió la llamada que hizo Trump a Zelenski dejó claro que estaba esbozando 'la esencia de la comunicación del presidente' no sus palabras exactas.
'Medido por contundente'
Así de tranquilo como se ve, Schiff ha demostrado ser un investigador concentrado y duro como un bulldog. Es un ciclista en forma que a los 50 años completó un triatlón.
La líder demócrata de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, lo eligió a él, en lugar de a Jerry Nadler, presidente del Comité Judicial, para que dirigiera el proceso de destitución.
Schiff es 'lógico, lineal, medido pero contundente', dijo Pelosi.
Su método se fraguó a finales de la década de 1980, cuando no hacía mucho que había salido de la Facultad de Derecho de Harvard y procesó al primer agente del FBI encarcelado por espiar para Moscú.
'Aprendí mucho sobre el comercio ruso: cómo operan los rusos, a quiénes se dirigen, las vulnerabilidades que buscan', dijo a principios de este año a Zach Dorfman, del programa sobre Cibernética y Tecnología del Instituto Aspen.
Esos antecedentes lo llevaron al Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, que ha investigado en los últimos años cómo los rusos ayudaron a las campaña electoral de 2016.
Presión de la televisión nacional
Schiff se ha encargado de la investigación de juicio político con seriedad, limitando los esfuerzos de los republicanos de convertir el proceso en un espectáculo político.
Las transcripciones del testimonio que el comité obtuvo a puertas cerradas en octubre lo muestran con mano firme, mientras los republicanos tratan de desacreditar a los testigos y cambiar el tema.
Eso solo se intensificará bajo el lente de la audiencia en la televisión nacional.
Después de que los demócratas resistieron por meses el juicio político contra Trump, Schiff alega que las pruebas son fuertes, mucho más que sólo una llamada telefónica el 25 de julio pidiendo un favor a Zelenski.
En las próximas audiencias, escribió esta semana en USA Today, 'los estadounidenses escucharán directamente de funcionarios públicos dedicados y patriotas cómo se dieron cuenta de que la política exterior de Estados Unidos había sido subvertida en beneficio de los intereses políticos personales del presidente'.
'Aunque los ánimos pueden subir, y para algunos podría ser irresistible la tentación de convertir este solemne proceso en un circo político, espero que todos los miembros del Congreso y el público se centren en los hechos y la sustancia del testimonio, no en la política o el partidismo'.