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'¡Y de repente abrieron la barrera! Todo el mundo empezó a correr. Y yo también'. La noche del 9 de noviembre de 1989, Andreas Falge fue uno de los primeros berlineses del Este en cruzar al Oeste.

Testigo atónito, arrastrado por el torbellino de la Historia, Falge cuenta con una desfachatez muy berlinesa la apertura del primer puesto fronterizo por parte de soldados de Alemania Oriental desbordados por la multitud, que rugía: '¡Abran la puerta!'.

'Había una marea humana' que avanzaba hacia el puesto fronterizo de Bornholmer Strasse y que gritaba: '¿Oíste la noticia?', dice este hombre fornido de cabellos canosos, de pie en el mismo lugar en el que se encontraba treinta años atrás.

'La noticia' es un anuncio realizado al caer la noche por un miembro de la jerarquía del régimen comunista que agoniza. Los alemanes del Este están autorizados a partir de ahora a viajar a Alemania Occidental.

Falge, por entonces un técnico que trabajaba en un cine, mira como muchos de sus compatriotas del Este la televisión pública del Oeste, que difunde un partido de fútbol de la Copa de Alemania.

Pero hacia las 10:40 de la noche, el presentador del telediario anuncia la apertura de la hermética frontera que separa desde hace más de 28 años a los berlineses de uno y otro lado de la Cortina de Hierro.

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