En las filas de espera para llenar los bidones estallan peleas y los lagos parecen paisajes lunares. En la ciudad india de Chennai (antiguamente Madrás) una sequía extrema obliga a los habitantes a luchar por el agua, convertida en el oro azul.
En medio de un chirrido de poleas y de salpicaduras, la gente tira lo más rápido que puede del fondo de los pozos los bidones con el preciado líquido.
Las escasas precipitaciones de los últimos 18 meses han sumido esta ciudad de diez millones de habitantes en el sur de India en una desesperación que podría durar todavía semanas.
Es la capital del rico estado de Tamil Nadu. En tiempos normales Chennai dispone de 830 millones de litros de agua diarios. En la actualidad las autoridades sólo logran suministrar el 60%. Los depósitos están secos y los niveles de las capas freáticas bajan.
'No conseguimos dormir por la noche porque tenemos miedo de que se termine el agua del pozo', declara a la AFP Srinivasan V, un electricista de 39 años que llegó al alba para recoger la cantidad autorizada en su barrio, cercano al aeropuerto internacional. Los cubos bajan hasta veinte metros de profundidad. Frente a esta penuria, los gerentes pusieron un candado al pozo y solo autorizan a 70 familias que dependen de él sacar cada una tres recipientes de 25 litros por día. Una cantidad insuficiente que los obliga a buscar otras fuentes o a comprar agua a empresas privadas.
Se hace un sorteo para determinar el orden para sacar agua. Los primeros la tendrán clara y abundante y los últimos, de color marrón.
Srinivasan V se pasa casi cinco horas diarias buscando agua y desde hace un tiempo destina 2.000 rupias por mes (25 euros, 28 dólares) para comprar bombonas de agua o en cotizar para el paso de un camión cisterna privado, una fortuna dado que cobra mensualmente 15.000 rupias (190 euros, 215 dólares).Para los salarios bajos como el suyo este gasto extra rompe la economía familiar. 'Tengo varios préstamos, dice, sobre todo para la casa y no he podido hacerme cargo de los plazos'.
Ánimos enardecidos.Toda la ciudad ha tenido que adaptarse.
Algunos restaurantes prefieren servir la comida en las tradicionales hojas de banano para ahorrar agua en el lavado de loza. Los habitantes se levantan por la noche para abrir los grifos y esperar a que los recipientes se llenen gota a gota.