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Los brasileños acuden este domingo a las urnas para votar 'contra la corrupción', como pregona el ultraderechista Jair Bolsonaro, o 'contra el odio', consigna que impulsa el izquierdista Fernando Haddad, tras la campaña más tensa de su historia reciente.

En un centro de votación del acomodado barrio de Moema, en Sao Paulo, la empresaria Ana Lúcia Gercici fue de las más madrugadoras para sufragar en estas elecciones que ella considera 'definitivas por muchas cosas'.

Esta mujer de 51 años está convencida de que el futuro de Brasil pasa por el exmilitar de 63 años y está decidida a irse a vivir a Italia si gana el candidato del Partido de los Trabajadores (PT) del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, encarcelado por corrupción.

'Las personas honestas, trabajadoras, se sienten demasiado defraudadas como para votar por un ladrón y no logramos entender por qué votan por un ladrón', exclama la empresaria, para quien el excapitán del Ejército podrá terminar con la corrupción y reactivar la economía de la principal potencia latinoamericana.