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Vehículos empotrados, colchones mojados, cascotes, árboles arrancados de cuajo y barro por doquier. Sant Llorenç era un pueblo devastado este miércoles, tras la inundación que arrasó la tarde del martes parte de la isla de Mallorca.

Sant Llorenç des Cardassar, en una hondonada y a unos 10 km del mar, es el pueblo más afectado por una tragedia que ha dejado diez muertos, entre ellos dos británicos y una holandesa, en esta isla española conocida por sus playas y su turismo. Un niño de cinco años está además desaparecido.

Las violentas precipitaciones del martes por la tarde sorprendieron a sus vecinos, que apenas tuvieron unos segundos para reaccionar ante la crecida fulgurante del torrente que cruza el pueblo, de ocho mil habitantes.

Pedro Sánchez, un vecino de Sant Llorenç, cuenta que al ver la crecida se metió de inmediato en su coche. 'Pero al momento vi que el agua me llevaba. Subió dos metros en 30 segundos, y por suerte el agua me pegó a una pared. Salí por la ventana del coche y me refugié en el tejado de la casa de un vecino', cuenta este hombre de 40 años.

En una calle taponada por un amasijo de somieres y escombros, muestra las imágenes de la riada, un poderoso torrente de agua marrón que arrastró su coche. Dice haber tenido suerte, por haber sobrevivido y porque los daños del vehículo no le impedirán seguir usándolo. 'El coche de mi padre está hecho un desastre', dice.

En Sant Llorenç, los daños son omnipresentes. En medio del vaivén de vehículos de la Unidad Militar de Emergencias, los vecinos achican con escobas el agua entrada en sus viviendas, o tratan de arrancar el espesísimo barro con mangueras.

Las calles están sembradas de ramas, a los lados se han colocado árboles enteros arrancados de cuajo, y cada tanto se ven coches completamente destruidos.

Carmen Barco, con su camiseta y sus pantalones cubiertos de lodo, cuenta a la AFP que su madre octogenaria vio entrar el agua por la cocina de su casa.

'Le ha entrado más de un metro y medio de agua en la casa. Pudo salir por una ventana del corral y subir a la parte de arriba, y se ha pasado allí toda la noche, esperando', cuenta esta mujer de 50 años, que vive en Palma de Mallorca y vino la mañana del miércoles a ayudar a su madre.

'Hay dos palmos de barro, los muebles todos tirados, ropa, fotos, todo tirado. Pero está viva, gracias a Dios', añade con entereza, y agradeciendo la ayuda de los vecinos y de los muchos voluntarios acudidos de pueblos cercanos.

Uno de ellos es José Daniel Capó, un muchacho de 36 años y director de una discoteca en una localidad cercana, Cala Millor.

Vino a ayudar a las siete de la mañana, y se encontró con 'un desastre': 'Estaban todas las casas inundadas, estaban achicando agua'. Lo bueno, dice, es que vino a ayudar 'bastante gente de los pueblos de por aquí'.

'Hemos ido al ayuntamiento y nos ha dicho adónde había que ir. Hemos estado quitando barro de las casas. Y mañana venimos por la mañana' para continuar, apunta Juana María Mulet, una joven que vino con sus amigas desde la ciudad vecina de Manacor.

Demetrio Barrachina, comandante de la Unidad Militar de Emergencias, dijo a AFP que la situación 'sigue estando complicada' en Sant Llorenç, y por eso durante toda la noche 'vamos a focalizar todos los esfuerzos en esta zona cero'.

'Vamos a achicar (agua) donde haga falta, vamos a despejar viales, y vamos a ayudar a los vecinos en todo lo que ellos nos requieran', añadió, precisando que en la zona se está buscando a un niño de 5 años desaparecido.

En total están operando en el pueblo 450 efectivos, entre militares, personal de Cruz Roja y de Protección Civil.