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Francia conmemora mañana el primer aniversario del accidente de Germanwings con una ceremonia que espera reunir a unos 600 familiares de los 150 fallecidos en el siniestro aéreo, en su mayoría alemanes y españoles.

El pueblo de Le Vernet, el punto habitado más cercano al lugar donde colisionó el A320 que cubría el trayecto entre Barcelona (noreste de España) y Düsseldorf (oeste de Alemania) por culpa de su copiloto, el alemán Andreas Lubitz, será el epicentro de la celebración.

La lectura de los nombres de las víctimas mortales ante la estela erigida en su memoria dará inicio a una jornada en la que a las 09.41 GMT, la hora exacta del impacto, se guardará un minuto de silencio.

No se espera la presencia de representantes políticos de alto nivel y las familias han expresado su deseo de que no se filme su dolor, según detalló esta semana en conferencia de prensa el prefecto del departamento de Alpes-de-Haute-Provence, Bernard Guérin.

Aunque en un principio se programó que los familiares acudieran en minibuses hasta la zona de la colisión, a 1.500 metros de altitud en los Alpes, el mal tiempo de los últimos días ha dañado el camino y ha impedido el paso de vehículos.

Solo cerca de ochenta familiares, al final, podrán dirigirse a pie hasta el lugar, acompañados de bomberos y de guías de alta montaña voluntarios.

En la víspera de este primer aniversario, el aeropuerto barcelonés de El Prat fue hoy escenario de otro homenaje en el que participaron el presidente del Gobierno español en funciones, Mariano Rajoy, y el de la Generalitat catalana (Ejecutivo regional), Carles Puigdemont.

En ese mismo acto, la Asociación de Afectados del Vuelo GWI 9525 instó a evitar que 'vuelvan a repetirse accidentes de esta índole mejorando las medidas de seguridad que, desgraciadamente, fallaron'.

En Düsseldorf también está prevista hoy la colocación de una placa conmemorativa, antes de que los familiares se desplacen a Francia en vuelos fletados por la compañía Lufthansa, matriz de la aerolínea de bajo coste Germanwings.

La Fiscalía de esa ciudad alemana ha establecido que Lubitz, que había estado bajo tratamiento psicoterapéutico por 'tendencias suicidas' durante un largo periodo, decidió quitarse la vida al quedarse solo en la cabina del avión.

Tras ese accidente, la Agencia Europea de Seguridad Aérea (AESA) aconsejó la presencia permanente de dos miembros de la tripulación en la cabina.

Las recomendaciones del informe final sobre seguridad del organismo francés encargado de las pesquisas, difundidas el pasado 13 de marzo, se centraron en cambio en el refuerzo del control médico de los pilotos.

Entre otros puntos, la Oficina de Investigación y Análisis de Francia (BEA) instó a que se exija un seguimiento sanitario a aquellos pilotos con antecedentes de problemas psicológicos o psiquiátricos y a que se alcance un 'mejor equilibrio' entre el mantenimiento del secreto médico y la seguridad pública.

El organismo apuntó así a la existencia de reglas más claras para saber cuándo hay que romper el secreto médico, ante la constatación de que varios especialistas privados conocían los trastornos de Lubitz y su profesión y, sin embargo, no hicieron llegar esa información a las autoridades aeronáuticas o a su empresa.