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'Tuve miedo de aceptar el reto', dice Cielo Támara Hoyos cuando recuerda sus primeros días de trabajo en el antiguo edificio de la Aduana.

Cuando inició su labor en el proyecto de recuperación del emblemático lugar, 'eran tiempos difíciles', recuerda con orgullo y un poco de nostalgia. 'Estos ojitos han llorado bastante tras mi retiro, pero el corazón le dice a uno cuando ya está cumplido un ciclo'.

Cielo dedicó 27 años de su vida a la dirección de la Corporación Luis Eduardo Nieto Arteta, organización que lideró el proyecto de recuperación del antiguo edificio. Hoy da un paso al costado, y sin duda su gestión deja una huella imborrable en la protección de un ícono patrimonial de los barranquilleros.

'Tuve miedo de no cumplir las expectativas, no solo de las instituciones que estaban involucradas, sino de que la ciudadanía no aceptara o no estuviera conforme con lo que allí iba a suceder en ese entonces (1994)', afirma.

Tenía el perfil para dirigir el cambio que necesitaba el lugar patrimonial, pero no lo sabía y esto la hizo llenarse de dudas que día a día fue superando. También recuerda el apoyo que le dio su familia, motor fundamental para lo que se convirtió en su proyecto de vida.

'Mi trabajo y mi hogar siempre estuvieron entrelazados de la mejor manera y también muy compenetrados. Cuando empezó a aflorar en mí la pasión por el proyecto, comencé a trasmitir ese amor y esa pasión. Los primeros en recibirlo fueron ellos, mi núcleo familiar', relata.

El tiempo que demandaba el proyecto era mucho, por lo que ella decidió no sacrificar espacios con los suyos, sino unirlos a este.