Uno de los más grandes temores de Daniel Fuenmayor era confesarle a sus padres su orientación sexual. A los 13 años estaba seguro que no le gustaban las niñas, aunque en la calle le gritaban 'mariquita' desde mucho antes. Un día se armó de valor y les dijo que era gay, fue en ese momento cuando conoció el verdadero rechazo, uno muy diferente al que sufría cuando caminaba por las calles de Soledad 2000. Este era realmente doloroso.
Esta historia se repite una y otra vez en muchos hogares. Según la Corporación Caribe Afirmativo, en Barranquilla las familias se han convertido en los primeros escenarios de negación y violencia hacia personas LGBTI.
'Hay conductas de violencia familiar que van desde la negación de derechos hasta golpizas cuando los padres descubren que la orientación sexual de los hijos no es heterosexual. Esto se da al no comprender que esta condición no pone en riesgo la dignidad humana', señaló Wilson Castañeda, director de la organización.
¿y Ahora qué hago?. María Teresa Regino* empezó a notar cambios en su hijo de 18 años .'Estaba más retraído que de costumbre, siempre fue un niño diferente, más callado que los otros, pero excelente en el colegio. Al entrar a la universidad estaba aislado, se veía triste y deprimido, empecé a asustarme porque no salía de su cuarto en todo el día, es como si estuviera escondiéndose de sí mismo. Una vez decidí entrar a su habitación y estaba tratando de quitarse la vida. Al verlo, llorando le pregunté —mi amor ¿por qué?— y me dijo —mami no ves que soy gay, me odio por eso, no quiero ser así—, eso me rompió el corazón', relató esta madre soltera de 42 años a la que todavía se le quiebra la voz contando la historia.
Las dudas de María Teresa sobre la crianza que le había dado a su hijo no tardaron en aparecer, a menudo se preguntaba qué había hecho mal, cómo iba a enfrentar esa situación y en especial, cómo iba a ayudar a su hijo a salir adelante. La asesoría profesional fue para Regino la solución. Afirma que las terapias psicológicas fueron indispensables, no solo para su hijo, sino también para ella.
'Estuve cerca de ver a mi niño lastimarse, apoyarlo vale cada esfuerzo. Le dije: —mi amor estoy aquí, esto vamos a enfrentarlo juntos, que el mundo haga lo que quiera, tu y yo somos más fuertes—. Una madre solo quiere que sus hijos vivan a plenitud, y si esa es su felicidad, también es la mía', puntualizó.
Ayuda profesional. Para el psiquiatra Rommel Andrade, cada caso debe analizarse de una manera particular debido a las diferencias entre las familias y su entorno.
'Depende en gran medida de las expectativas que los padres tengan de los hijos, de las creencias religiosas y morales. Es algo muy relativo, algunos necesitan ayuda para entender mejor las situaciones y aceptarlas. No todos lo logran', manifestó el profesional.
Andrade, afirma que pueden existir trastornos asociados a esta situación que ameriten evaluación o tratamiento psiquiátrico.
Las reacciones negativas pueden tener diferentes consecuencias dependiendo del vínculo que tengan, el nivel de rechazo y qué tanto dependan los hijos emocional y económicamente de los papás. Otros temas son inherentes a la personalidad como las reacciones de ajuste y adaptativa. Si el tiempo para hacer la adaptación o el nivel de sufrimiento asociado a esta reacción de ajuste desencadena trastornos afectivos o ansiosos, es necesaria una evaluación más profunda para determinar si se requiere alguna intervención adicional', agregó.
El profesional recuerda que según la Asociación Americana de Psiquiatría, la homosexualidad ya no se considera una enfermedad de las conductas sexuales, debido a que fue borrada del sistema clasificatorio DSM –Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders– en los años 70.
Edith Aristizábal, Ph.D en psicología y profesora de la Universidad del Norte explica que es importante que los padres reconozcan que su hijo es libre de elegir su condición sexual.
'No se trata de una enfermedad sino de una orientación sexual diversa (...) Muchos jóvenes temen contarles a sus padres su condición por miedo a ser juzgados y discriminados, pero es importante que puedan hablar y ellos puedan respetar sus decisiones y apoyarlos'.
'Salí del clóset para ser libre'. Norma Leal tiene 36 años y desde pequeña se sintió atraída por su mismo sexo. A los 12 años, su madre y la de una compañerita las encontraron en una situación bastante comprometedora. La cuidadora de la otra niña divulgó ese encuentro, cosa que desencadenó su exclusión social.
'Me decían lesbiana, nadie quería hablar conmigo, fui aislada', contó. 'Fue caótico, mi madre reforzó todo un discurso de misoginia y palabras despectivas. Tuve novios y fingir ser heterosexual fue el mejor papel que he hecho en mi vida', apuntó Leal, que decidió enfrentar a su madre a sus 32 años.
'Le conté la verdad cuando ya era una mujer segura de mi misma, plena, feliz y fortalecida. Sigo haciendo una labor pedagógica con ella, no creo que algún día lo acepte, pero ahora al menos me reconoce. Lo cierto es que salí del clóset para ser de verdad libre', añadió.
Dos historias más. Los padres de Elimar Acosta dejaron de hablarle por seis meses cuando se enteraron que era gay. Su mamá lo sospechaba, pero su temor más grande era la reacción de su padre, cuyo sueño hubiese sido verlo jugar en algún equipo del fútbol colombiano. El miedo al machismo lo mantuvo en silencio por algunos años hasta que un día se armó de valor y los confrontó. 'Fue un momento muy duro, pero al fin puedo ser yo mismo, sin esconderme'.
José Salcedo, de 20 años, creció escuchando que los homosexuales eran personas promiscuas, enfermas y antinaturales. Este joven de familia cristiana y conservadora, sufrió golpes, amenazas y bullying en su escuela por su condición, pero la situación más difícil la vivió cuando su madre le descubrió una carta escrita por un chico. Desde ahí la situación en su hogar fue un infierno.
'Yo le pedía a Dios que me cambiara, que me reformara, que me devolviera al camino'. Sin embargo, en palabras de Salcedo, 'toda tormenta pasa', conoció a más personas como él y descubrió que no estaba tan solo como creía.
'Mi vida cambió cuando me autoreconocí, empecé en el activismo, entré a Uninorte Diverso y participé en la mesa LGBTI de Barranquilla (...) Confronté a mi mamá en 2016, yo le he enseñado a entender que tener un hijo gay no es la muerte, soy más que mi orientación sexual. No somos anormales, no somos reaccionarios, somos personas y esta es mi constitución de ser humano', concluyó.
Estadísticas
Cifras del 1 al 31 de enero de 2018
.El 63% de la atención psicosocial brindada por Caribe Afirmativo (61 casos) se le dio a jóvenes víctimas de violencia intrafamiliar o que temían que sus padres descubrieran su condición sexual.
.De los 61 casos, 50 corresponden a personas en un rango de edad de 17 a 27 años. 40 son hombres y 21 son mujeres.
.Se recibieron 17 consultas de padres de familia con sospechas de que su hijo es LGBTI y no saben como afrontarlo, madres que temen por la violencia del padre y padres preocupados por
el rechazo que puedan sufrir sus hijos en espacios escolares o publicos.