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La firma del acuerdo entre el Gobierno y las Farc, que pondrá fin al conflicto armado más antiguo del hemisferio, colocará hoy a Colombia en el centro de la atención informativa mundial. Numerosas delegaciones extranjeras, entre ellas las encabezadas por 16 jefes de Estado, asistirán a la ceremonia, que comenzará a las 5 p.m. en la Explanada San Francisco del Centro de Convenciones de Cartagena.

A ello se sumará la presencia de prestigiosos medios de comunicación internacionales, que previsiblemente divulgarán en horarios de alta audiencia el momento en que el presidente Santos y el líder de las Farc, Rodrigo Londoño, ‘Timochenko’, estampen su rúbrica en el documento que marcará el fin de ese grupo guerrillero y su conversión en partido.

Así como en EL HERALDO hemos intentado recoger el encendido debate que ha suscitado en la sociedad colombiana el proceso de La Habana y el texto del acuerdo final, también debemos subrayar que fuera de nuestras fronteras esa polémica apenas existe. El acuerdo alcanzado con las Farc ha recibido un respaldo masivo y entusiasta por parte de la comunidad internacional, con EEUU, la Unión Europea, la ONU y El Vaticano a la cabeza.

Por supuesto que la viabilidad del acuerdo con las Farc será una decisión interna de los colombianos, que están llamados a pronunciarse sobre el texto el próximo 2 de octubre. No nos cansamos de repetir que, más allá del clima de confrontación que atizan sectores santistas y uribistas, los argumentos producto de la independencia intelectual o ética en favor del ‘Sí’ y del ‘No’ merecen el máximo respeto.

Pero, en todo caso, consideramos pertinente para el debate llamar la atención sobre el impacto del acuerdo en la esfera internacional. Sobre todo en un día como hoy, cuando Colombia acogerá a cientos de delegados de gobiernos, fundaciones y organismos mundiales en el acto de la firma del documento.

Sin afirmar temerariamente que dicho acuerdo traerá de modo automático la pacificación del país, cabría esperar que la paz con las Farc, por discutible que sea en el plano doméstico, contribuya a mejorar la imagen de Colombia en el exterior. Si las cosas no se tuercen, nuestro país podría ser más atractivo para las inversiones y el turismo, por citar dos rubros clave en cualquier economía.

Hay quienes sostienen, sin embargo, que el acuerdo minará la institucionalidad de Colombia y que, a la postre, la comunidad internacional terminará renegando del proceso que hoy alaba.

Sea como fuere, el hecho cierto es que, en este momento, el acuerdo concita un fuerte apoyo allende nuestras fronteras. Y esta circunstancia merece ser reseñada en un día como hoy.