Máscaras, collares, sombreros, disfraces, aretes, tocados, flores, carrozas vestidas de color, diseños tropicales y con mensajes que transmiten cultura y alegría es lo que armoniza el Carnaval de Barranquilla. Y detrás de cada creación, espectáculo y brillo está un grupo de empresarios y de emprendedores que le han dado vida a la cultura y a la herencia que dio paso a esta fiesta, sin duda, de las más representativas de Colombia y Suramérica.
Gracias a esta apuesta, la economía naranja tiene una representación fundamental en las carnestolendas y muchos artistas han encontrado una valiosa fuente de ingresos, además de una oportunidad para constituir sus negocios a través de la creación.
De acuerdo con Kelina Puche, directora de Fundesarrollo, el Carnaval de Barranquilla, al ser reconocido como Patrimonio histórico y cultural de la humanidad, logró posicionarse más allá que una tradición y se convirtió en un impulso económico de importantes encadenamientos productivos.
'Esta fiesta de la ciudad y del Atlántico logra articular los incentivos del aparato productivo del departamento por un periodo de tiempo, que aunque corto, representa potencialidades importantes sobre la economía, pues el vínculo entre modistas, coreógrafos, diseñadores, bailarines, publicistas, arquitectos, equipos de logística, entre otros, generan un efecto multiplicador importante de los ingresos generados por las actividades culturales y de empleo de la ciudad y del Atlántico', asegura Puche.
Indica que esta potencialidad debe convertirse en una verdadera fortaleza y que tal misión será un realidad 'el día que logremos avanzar aún más con la internacionalización del Carnaval y exportar nuestros bienes creativos al resto del mundo'.