El picó ha dado el salto de animador de un baile popular en Barranquilla y ha llegado a escenarios de eventos con un público que no estaban en sus proyecciones. El último sábado de enero de 2016 y en el preámbulo del Carnaval, Edwin Altamar, propietario del picó El Pijuan de Barranquilla, tocó en un baile del Country Club. Un escenario que hasta aquel día parecía imposible de llegar. Altamar explica que fue gracias a Rafael Páez y Andy Pérez, de la cadena radial Olímpica. 'A ellos les gustó el sonido de mi picó, tras escucharlo y tocar en los eventos que la emisora organizó en barrios populares y participé. Por recomendación llegué al Country'.
No fue el primer picó en complacer con su música a bailadores de clubes o salones, también tocaron el Gran Lobo y el Rey de Roa, dos de las máquinas musicales con un mercado conquistado para rumberos de mayor poder adquisitivo de la ciudad.
Con el Carnaval 2018 en ebullición, los picós turbo o 'escaparates' han sido impulso, desde una nostálgica empática y dentro de las reglas que permite el Código de Policía, para contribuir a la movida económica de las fiestas. 'Fue como si nos hubiéramos puesto de acuerdo con los que de alguna manera nos gusta el pico y lo hacemos porque es un gusto, que además genera empleo', afirma Julio César Lobo, músico, programador de Olímpica y propietario del Gran Lobo.